lunes, 28 de agosto de 2017

LA CONDICION DEL EXTRANJERO EN TRES RELATOS LATINOAMERICANOS PARA NIÑOS


Ana Mercedes Patiño


Bucknell University

“La única patria del hombre es su infancia”
Rainer Maria Rilke

Las migraciones, el exilio y la condición del extranjero que informan el devenir de los latinoamericanos, están muy presentes en la literatura de la región. Así lo muestran, entre muchos ejemplos contemporáneos, las narraciones Donde van a morir los elefantes (1995), del chileno José Donoso, La nave de los locos (1984), de la uruguaya Cristina Peri Rossi y toda la obra del colombiano Fernando Vallejo. La compleja temática del exilio también aparece en la literatura latinoamericana para niños, la cual muestra diversas actitudes hacia los procesos migratorios y hacia la hibridez cultural, experiencias constantemente vividas y/o presenciadas por los niños latinoamericanos.
A continuación se abordarán tres ejemplos de estos relatos para niños. “Y aquí se cuenta la maravillosa historia del Gatopato y la princesa Monilda” (1966), de la argentina María Elena Walsh, plantea la paradójica situación del extranjero, quien es culpable por exceso, no por carencia, de competencia lingüística y cultural. “El día en que dos ciudades contrarias descubrieron que eran hermanas” (1999), de la dominicana Margarita Luciano, afirma la importancia política de la figura del extranjero como traductor, mediador y pacifista entre varias culturas. Grum Grum el centolla (1990), del también dominicano Óscar Holguín-Veras, ahonda en el proceso que lleva de la emigración voluntaria al exilio forzado.
Vale la pena recordar, con el cubano Joel Franz Rosell (4), que la literatura infantil no se distingue de aquella reservada al consumo adulto por la temática, sino por el tratamiento de los temas, adecuado a experiencias y características del desarrollo físico, cognitivo y emocional de los niños. Debido a las características del público infantil, los relatos para niños acuden a narraciones episódicas ágiles e interesantes, explicaciones breves y sencillas, abundancia de elementos lúdicos y juego con las posibilidades sonoras y semánticas de la lengua. Con estos rasgos presentes, otros ejemplos en lengua hispana de literatura para niños y jóvenes que aborda la temática de la emigración y del exilio son los relatos “Frida” (1995), de la colombiana Yolanda Reyes; Una isla como tú, Historias del barrio (1997), de la puertorriqueña Judith Ortiz Cofer; Amigos del otro lado (1993), de la escritora chicana Gloria Anzaldúa y Cajas de cartón (1977), del también chicano Francisco Jiménez.
Estos relatos cuestionan la idea de la literatura infantil como simple y trivial. “Los problemas de la migración están presentes en la literatura infantil de diversa procedencia geográfica, la cual aborda temas relacionados con la interculturalidad, tales como el racismo, la afirmación de las diferencias, las circunstancias históricas, sociales, económicas y políticas que explican las situaciones de confluencia de culturas” (Flor Rebadal 2).1 Cada historia realza una faceta distinta sobre la condición de ser extranjero, sobre las alternativas que se le ofrecen a esta figura y sobre el posible destino que le espera (Rexach 326). Como en la literatura sin adjetivos que limiten su audiencia, la migración es un tópico que sirve a los escritores para explorar la condición humana (White 6). Por ello, la literatura infantil aborda la complejidad que conlleva el fenómeno de la migración tanto para niños como para adultos.
“Y aquí se cuenta la maravillosa historia del Gatopato y la princesa Monilda” está dirigido a lectores de 5 a 7 años; “El día en que dos ciudades contrarias descubrieron que eran hermanas”, a lectores de 7 a 9 años y Grum Grum el centolla, a una audiencia de 9 a 12 años. Las tres historias acuden a figuras de animales y de entes no humanos para representar simbólicamente la problemática condición del emigrante. Esta opción retórica no es infrecuente en la literatura hispana que aborda la misma temática, como ilustran El portero, de Reinaldo Arenas, La rambla paralela, de Fernando Vallejo, Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca, y decenas de fábulas políticas latinoamericanas del siglo XIX (Camurati).2


El relato de la argentina María Elena Walsh, “Y aquí se cuenta la maravillosa historia del gatopato y la princesa Monilda,” evoca cuentos de hadas y relatos medievales de raigambre oral.3 Es un relato breve, sonoro, rítmico, constituído por frases cortas, en las que se intercalan posibles preguntas de un lector infantil. Este cuento trata de la llegada al reino de Gulubú de un Gatopato, un animal híbrido entre la especie de los gatos y la de los patos. Después de ser rechazado por las dos especies, el Gatopato opta por el mutismo y se aleja de los dos grupos. Finalmente, la aceptación viene de una especie que no es ninguna de las dos que lo constituyen. Viene de una niña humana, la princesa Monilda. En el palacio de esta princesa, el Gatopato conoce a una hembra tan híbrida como él, una Gatapata con quien da continuidad a la “especie gatipatil.” El desenlace de la historia muestra que la aceptación y la asimilación total provienen de seres exactamente de la misma especie o de otras completamente diferentes, pero no de aquellas con las que sólo se comparten rasgos, aunque se provenga de las mismas.



La presencia de elementos de una especie en un individuo que exhibe a su vez elementos de otra, es motivo de desconfianza, indignación y rechazo de parte de las dos especies. Éstas quieren conservarse “puras,” pues se ven una a la otra como enemigas naturales, de ahí que sea inconcebible la mezcla. Dos aspectos del Gatopato, como de cualquier forastero, sintetizan su carácter “anómalo,” la apariencia física y la lengua:

Una vez en el bosque de Gulubú, apareció un Gatopato.
¿Cómo era?
Bueno, con pico de pato y cola de gato.
Con un poco de plumas y otro poco de pelo. Y tenía cuatro patas, pero en las cuatro calzaba zapatones de pato.
¿Y cómo hablaba?
Lunes, miércoles y viernes decía miau.
Martes, jueves y sábados decía cuac.
¿Y los domingos?
Los domingos, el pobre Gatopato se quedaba turulato sin saber qué decir. (43)

La narración hace énfasis en las dificultades lingüísticas del gatopato; aunque éste habla las lenguas de las dos comunidades en las que se encuentra, su uso de las mismas no es exactamente igual al de ninguna de ellas. El gatopato es sospechoso no por el conocimiento de las dos lenguas, sino por la manera peculiar de usarlas, por su ideolecto. “Ninguna otra marca o señal tiene la eficacia de la lengua para establecer, señalar, denunciar o delatar la diferencia, lo foráneo, lo extranjero. La lengua es el corazón delator” (Marini 553). El uso anómalo de la lengua es un rasgo que acompaña al exiliado; para el hablante, tanto como para el escritor en el exilio, la lengua “es un saber y el error de ese saber” (Marini 553). Ese “error” en el manejo lingüístico corresponde justamente a la dimensión creativa en el uso de las posibilidades expresivas de las dos lenguas entre las cuales se desplaza el forastero. Sin embargo, tal creatividad es altamente sospechosa y origina la marginación del individuo dentro de la comunidad a la cual intenta integrarse.
El Gatopato ha encontrado una solución provisional para el conflicto lingüístico en la creación de un esquema que lo libere de la dificultad de decidir qué código usar, pero la irregularidad de la realidad –el número impar de los días de la semana- desborda la simetría lingüística que había mantenido, lo que le impide usar su bilingüismo. El Gatopato es sospechoso por “exceso,” no por carencia, lo cual ilustra la paradójica condición del extranjero. Como señala Julia Kristeva, “el extranjero está reducido al silencio a pesar de ser políglota, arrinconado en su mutismo, a pesar de su conocimiento de más de una lengua. Así, entre dos lenguas, su reino es el silencio” (Kristeva 15). A su vez este mutismo contribuye a que el extranjero se mantenga aislado y a que permanezca en él la convicción de que es imposible integrarse a esa comunidad que lo expulsa.
“El día en que dos ciudades contrarias descubrieron que eran hermanas,” de la dominicana Margarita Luciano, cuenta la reconciliación entre la ciudad de ABC y la ciudad de 1,2,3, las que por mucho tiempo se habían considerado enemigas. La primera de ellas está habitada sólo por letras, y la segunda sólo por números. Los habitantes de los dos lugares desconocen lo que tienen de común entre ellos, y lo único que les han contado sus respectivos gobiernos es que la otra ciudad tiene deseos expansionistas y, por lo tanto, representa un peligro. Las confrontaciones han llevado a la guerra permanente, a pesar de la vocación pacifista de algunos habitantes y gobernantes de los dos pueblos. El miedo es el sentimiento que media las relaciones entre abecianos y unodostrecianos. Así sucede hasta un día en el que un abeciano viaja a la ciudad de los unodostresianos, se hace pasar por uno de ellos, conoce la ciudad enemiga, empieza a valorarla y convence a algunos de sus conciudadanos de que sigan su ejemplo. Paulatinamente se produce un acercamiento entre los habitantes de los dos lugares.
Una estrategia fundamental de los abecianos para conseguir este acercamiento a los unodostrecianos es participar en la producción de televisión. Los abecianos descubren el poder que allí ejerce la televisión en el establecimiento de imágenes acerca de los otros pueblos.4 Ciertos pasajes en la descripción de la ciudad de ABC podrían leerse como alusiones a Cuba: el aislamiento debido a la geografía, la falta de información que sobre ella tienen los habitantes de otras ciudades, la importancia que en esta tiene la educación y el carácter colectivo de la propiedad. “En la ciudad de las letras los habitantes eran amigos. Juntos compartían todo lo que tenían: las casas, la comida, las ropas, los libros, los juguetes… en fin, todo lo que había” (2). La convivencia solidaria de los abecianos y su elevado nivel intelectual permite que sean ellos quienes primero cuestionen la supuesta enemistad con los unodostrecianos.
La elección del sistema alfabético y del sistema numérico para representar la identidad de los dos pueblos en conflicto mantiene el equilibrio de fuerzas entre los mismos, pues los dos parecen igualmente necesarios e importantes. Esta elección atiende también a un aspecto básico de las relaciones humanas, la necesidad de construir sistemas de comunicación. El relato establece así un llamado a usar todos los códigos comunicativos disponibles para lograr un acercamiento entre los pueblos.
La historia cuestiona la idea de oposición, pues las dos ciudades que se creían contrarias sólo lo son desde una perspectiva fija, pero si ésta se modifica, desaparece la oposición. Prueba de ello es que los habitantes de una ciudad se pueden hacer pasar por los de la otra, de acuerdo con la posición corporal que asuman. Por ejemplo los abecianos E, O, I, P y S entran al revés a la ciudad de 1,2,3 donde son confundidos con los unodostrecianos 3, 0, 1, 9 y 5. Por mucho tiempo las letras de ABC visitan durante el día la ciudad de 1,2,3 y regresan en la noche a su propia ciudad. Antes de entrar a su ciudad se voltean de nuevo. Estos viajes continuos, regulares y breves de los abecinaos a la ciudad foránea semejan las recurrentes migraciones temporales, “migrants may live in a number of worlds, and move between them on a daily, annual or seasonal rhythm” (White 3). Como los migrantes temporales, estos abecianos trabajan en el lugar foráneo y descansan en el lugar del que son nativos. Tampoco hay para ellos ruptura total con el lugar del cual proceden, a pesar de la gran cantidad de tiempo que pasan fuera del mismo.
La facilidad con la que los abecianos se desempeñan dentro de la cultura de los unodostrecianos semeja también la condición de los individuos “transnacionales,” entendidos estos como individuos que tienen una existencia doble, que participan de redes sociales, económicas, políticas y culturales tanto en su lugar de origen como en el nuevo lugar en el que se establecen. Estos sujetos transnacionales usualmente son bilingües y dominan los códigos culturales de los dos lugares entre los que se mueven. Con frecuencia este grupo selecto de individuos tiene privilegios de clase que son los que le procuran el manejo tecnológico, la educación y las destrezas sociales necesarias para el fácil desenvolvimiento en las dos culturas (Westwood y Phizacklea 117). Estos migrantes abecianos pueden corresponder a una élite ilustrada en su comunidad de origen.
Al final del relato la amistad entre los dos pueblos se consolida con la unión matrimonial entre ciudadanos de ambas comunidades: “Hoy día, en ambas ciudades es común ver niños y niñas llamados 1F, 9B, A2 y de otras formas que resultan de matrimonios de abecianos y unodostresianos” (Luciano 12). Como con el gatopato, la unión conyugal y la reproducción validan la existencia de la nueva especie. Por otra parte, los nombres de los individuos formados por la combinación de letras y números implican concebir la migración como proceso transcultural, entendiendo ”tranculturación” en el sentido planteado por el cubano Fernando Ortiz, como un proceso caracterizado por el intercambio mutuo de culturas, por el entrecruzamiento de las mismas, un proceso que va más allá de la pérdida de una cultura y de la adquisición pasiva de una nueva.
Así mismo la transformación de los individuos de las ciudades de ABC y de 1,2,3 y las creaciones que surgen de este continuo desplazamiento aluden a la importante producción cultural de los intelectuales en el exilio, los cuales retornan literal y simbólicamente a sus lugares de origen y producen obras que recrean su nueva condición de trasplantados. Incluso aquellos exiliados que rechazan su nación de origen no pueden escapar de la cultura de la misma (McClennen 34). En el relato de Luciano la producción cultural de los exiliados es presentada como altamente enriquecedora para las dos comunidades en cuestión, pues proporciona una mirada atenta, reflexiva, productiva y optimista tanto sobre la cultura foránea, como sobre la propia cultura.
El giro corporal que hacen los abecianos E, O, I, P y S para hacerse pasar por los unodostrecianos 3, 0, 1, 9 y 5 corresponde también al movimiento traslaticio de sentido que se produce en la traducción, proceso fundamental en este intercambio lingüístico y cultural que narra la historia. Como señala Vladimir Ivir, cualquier acto de traducción y cualquier acto de comunicación –incluso dentro de una misma lengua— son intentos por propiciar un acercamiento entre culturas (117). “El día en que dos ciudades contrarias descubrieron que eran hermanas,” invita a reflexionar sobre el extranjero como un permanente traductor, no sólo de la lengua, sino también de la cultura. Esta dimensión, señalada por Kristeva, realza el papel del extranjero como intérprete y mediador de las culturas entre las que se desempeña. En el relato de Luciano esta labor es pacifista y sólo es posible a partir de opiniones e iniciativas disidentes en cada grupo, pues han sido los ciudadanos, a título personal, quienes han liderado el acercamiento a los pueblos considerados enemigos.
En Grum Grum el centolla (1990), del también dominicano Óscar Holguín-Veras, puede verse lo que la escritora cubana Julia Calzadilla llama “el rostro marítimo de la antillanidad” para referirse a la poesía de autores isleños tales como Nicolás Guillén y Mirta Aguirre (3). Este extenso relato episódico ofrece abundantes descripciones del paisaje marino, en el que son especialmente importantes arrecifes de coral, corrientes marinas, athalasia, diversos tipos de peces, pulpos, tortugas, cangrejos y erizos.
La narración participa del grupo de textos infantiles llamados “literatura del ambiente,” pues aborda los cuatro grandes temas sobre el ambiente: “los secretos de la naturaleza, los refugios o santuarios naturales, las especies en peligro de extinción y los ciclos de vida” (Cruzado 72). Como no es infrecuente en la literatura para niños y jóvenes, el relato exalta el valor de lo propio. El protagonista de la historia es un cangrejo, de ahí que las variedades del cangrejo –centolla, cangrejo, jaiba-, los elementos físicos que caracterizan a cada una, el ecosistema al que pertenecen, sean todas dimensiones que se abordan en la narración.5
Grum Grum el centolla ilustra el exilio como condición existencial. Este relato narra el peregrinaje de un cangrejo de mar, en búsqueda de una comunidad que lo acepte y en la que pueda ser feliz. Como muchos relatos sobre la migración, éste cuestiona diversos aspectos sobre la identidad y la auto-imagen del protagonista y sobre las dificultades que encuentra para encajar en su comunidad de origen. “Indeed, sociological and anthropological studies have often suggested that migrants may be effectively ‘lost’ to their home communities long before they actually pack their bags and leave” (White 2). Grum Grum el centolla invita a pensar la migración como un posible espejismo que busca acallar la insatisfacción del individuo consigo mismo, pero que con tiempo se revela como una trampa que ahonda aún más la precariedad y la carencia ya existentes.
Inicialmente Grum Grum experimenta un sentimiento de inadecuación entre los animales marinos, pues no puede jugar al escondite con ellos: “Los ojos de Grum Grum eran tan largos que se proyectaban varios metros fuera de su órbita; parecían verdaderos aditivos telescópicos, así que cuando los demás se escondían, para Grum Grum era muy fácil visualizarlos y descubrirlos rápidamente; pero cuando era lo contrario y él tenía que esconderse, al primero que descubrían era a Grum Grum, y todo por el color de su carapacho que era de un rojo amarillo tan intenso que la luz del sol dejada filtrar por las grandes masas de agua le hacían refulgir como luciérnaga en gestación” (16).

Para cambiar su color y el tamaño de sus ojos, Grum Grum acude al pintor marino, Pulpo el Tentaculoso, y al cirujano del mar, el Pez Espada. Este último le corta las antenas y el primero lo pinta de “un gris azulado casi pardo” (24). Después de deshacerse de estos rasgos que lo hacían incómodo para sus amigos marinos, Grum Grum regresa a su comunidad. Sin embargo, los cambios físicos le traen nuevos problemas para jugar al escondite, pues ahora su débil visión le impide encontrar a sus amigos cuando a él le corresponde buscar, y su nuevo color hace que se confunda con la vegetación marina y no sea encontrado, cuando es él quien se esconde. “Sucedió lo que tenía que suceder: las especies marinas dejaron de jugar con el centolla y éste quedó nuevamente aislado, hasta tal punto que decidió buscarse nuevos amigos pero fuera del mar” (26).
Grum Grum emigra a la tierra, pero tampoco allí se siente aceptado. Retorna a su comunidad de origen, se enamora de una centolla, pero es rechazado por los de su especie. Estos últimos muestran una profunda desconfianza hacia él a causa de la extraña apariencia física que tiene y del largo abandono de su lugar natal. Grum Grum huye con su compañera hacia la tierra, donde ahora es ella quien sufre marginación --debida en parte a dificultades físicas para acoplarse a su nuevo habitat-- así que ella regresa al mar con sus crías. En la vejez, en la tierra, rodeado de su descendencia, Grum Grum pide a sus hijos que, una vez muerto, le permitan recobrar su color natural, en un intento por reconciliarse consigo mismo y con las características de su especie.
La ambivalencia que caracteriza los relatos sobre la emigración (White 12, McClennen ) se manifiesta claramente en Grum Grum: en la valoración que el cangrejo hace de sus congéneres, en la búsqueda permanente de un mejor lugar donde vivir, en su actitud hacia las nuevas comunidades que lo albergan, hacia sí mismo y hacia su propio cuerpo. Una de las mayores contradicciones del inmigrante es aquella que afecta la relación de éste con su propio cuerpo “the body as object of representation and presentation of the self, the body as the seat of affect and of the intellect (for the body is inhabited by the entire group that lives inside us), the body as instrument of labour and as site and expression of illness” (Sayad 179). El cuerpo del individuo como estandarte del grupo al cual se pertenece es especialmente importante para los congéneres de Grum Grum, quienes ven las modificaciones físicas de este último como obvia prueba de falta de pertenencia y orgullo hacia la comunidad de origen.
Aunque algunos centollas se sienten cautivados por los rasgos peculiares del cangrejo, como le sucede a Grim Grim (la hembra con quien él se reproduce), o sienten curiosidad por sus experiencias de viajero, la mayoría de sus congéneres lo rechaza abiertamente. Como en la historia del Gatopato, la mayor hostilidad viene de los miembros de la especie de la cual proviene.
Aquí se revela la dimensión trágica del destino del emigrante. Lo que éste hace para evitar la marginación es, justamente, lo que la desencadena. Aunque el centolla inicia su travesía como emigrante, al pasar el tiempo su emigración voluntaria se convierte en exilio forzado. La actitud del emigrante está marcada por la esperanza de que al salir de su tierra va a encontrar un medio más propicio para su felicidad, su mirada está puesta en el futuro, no en el pasado. En cambio el exiliado, forzado a no volver a su tierra, está inmerso en la nostalgia, en la añoranza de un mundo idílico perdido (Rexach 326). Esta nostalgia profunda que se suma al desarraigo dificulta aún más el proceso de adaptación al nuevo medio, con lo cual va aumentando para el emigrante la sensación de precariedad y aislamiento (Enrique 6). En Grum Grum el centolla se aprecian claramente tanto la actitud esperanzada del emigrante como la condición dolorida del exiliado. A medida que pasa el tiempo, Grum Grum abandona sus fantasías iniciales y se resigna a sobrevivir de la mejor forma posible en el lugar foráneo. Al final del relato su fantasía es volver al origen, pero sólo puede hacerlo como cuerpo inerte.
El exilio de sí mismo que vive Grum Grum se manifiesta claramente en su extrañamiento frente a dos atributos definitorios del individuo: el cuerpo y el nombre. Grum Grum siente que estos no le pertenecen, pues son sólo elementos mediadores entre él y los otros y desempeñan, ante todo, la función de permitirle la integración a la misma. Tanto su nombre como su cuerpo son modificables en la medida en que los demás lo requieran y que esto facilite la asimilación, la aceptación y la pertenencia al grupo.
Cuando Grum Grum abandona el mar, decide llamarse “paloma de cueva,” nombre con el que se presenta ante sus nuevos amigos. La paloma se siente ofendida por la usurpación del nombre, señala que él es un “cangrejo,” término que significa “feo,” y decreta que ese será su nombre en adelante. Antes Grum Grum había renunciado a sus atributos físicos característicos, a su comunidad marina y a su lugar de nacimiento, ahora renuncia tanto a su nombre como a su derecho de elegir un nombre.
Durante el tiempo del exilio, Grum Grum no es plenamente conciente de las repercusiones que vendrán tras el abandono de su habitat marino: éstas van presentándose a medida que pasa el tiempo, dificultando cada vez más el regreso. La creciente conciencia de Grum Grum sobre su filiación regional y genérica se manifiesta en la decisión final de deshacerse de las marcas físicas del desarraigo. Desde la alienación y la nostalgia del exilio, Grum Grum añora su lugar natal, que ahora despierta admiración en él, y añora también una armonía inexistente entre él y sus congéneres marinos y entre él y su nuevo hogar terrestre. La continuación de su especie le brinda satisfacción a Grum Grum, pero esto obedece al cumplimiento de sus funciones biológicas y sociales, no a su felicidad como individuo.
Como ha señalado Bruno Bettelheim, con frecuencia los relatos para niños y jóvenes desempeñan una función terapéutica a partir de la oportunidad que brindan a sus lectores de familiarizarse con situaciones y asuntos que les provocan una profunda ansiedad y de experimentar el placer de dominar tal ansiedad (Carrasco 45). Los tres relatos aquí considerados retoman situaciones conflictivas y, con ello, invitan a la reflexión sobre las mismas, sin embargo, no ofrecen desenlaces ni clara ni definitivamente felices, aunque insinúen la posibilidad de finales armónicos.6
En los tres relatos aquí comentados se pueden ver diferentes actitudes hacia los temas del exilio, de la migración y de la condición del extranjero, pero se pueden ver también aspectos comunes en tal representación, tales como la concepción inclusiva de lo “nacional” y la ausencia de la noción de “patria.” En Grum Grum el centolla y en “Y aquí se cuenta la maravillosa historia del gatopato y la princesa Monilda” los protagonistas manifiestan un profundo deseo de pertenencia a una colectividad, deseo que atiende a la necesidad humana básica de “sabernos pertenecientes a una unidad superior a la vez dotada y dadora de sentido” (Savater 31). Sin embargo, en los dos relatos este deseo de pertenencia no se vincula con unidades territoriales definidas ni con identidades nacionales de ninguna índole. Como es frecuente en la literatura para niños, el deseo de encajar en un grupo, de ser aceptado y apreciado por el mismo, no equivale a deseo de pertenecer a una entidad territorial dada.
En muchos casos, la identificación de naciones es más un obstáculo que un medio para facilitar este reconocimiento humano, así lo prueba “El día que dos ciudades contrarias descubrieron que eran hermanas.” En esta historia los límites geográficos y las fronteras cifradas en los muros construidos por los gobernantes constituyen el obstáculo para que los habitantes de las dos ciudades se reconozcan como congéneres. Como afirma Tatiana Rageot, “Los libros para niños mantienen el sentimiento nacional, pero también el sentimiento de humanidad. Describen la tierra natal con amor; pero también describen tierras lejanas donde viven hermanos desconocidos. Cada país da y cada país recibe; los intercambios son incontables y así nace, en la edad de las primeras impresiones, la república universal de la infancia” (Beuchat 62). Y es ese “sentimiento de humanidad” lo que prevalece en los tres relatos latinoamericanos aquí abordados. A través del manejo de procedimientos narrativos adecuados a las características físicas, emocionales y cognitivas de los niños --y desde diversas perspectivas-- tales relatos ahondan en la complejidad de los procesos de migración y exilio. Las tres narraciones propician la reflexión, la comprensión y la asimilación de los procesos migratorios y contribuyen a una vivencia menos traumática de los mismos y/o más gozosa de los mismos.

Notas

1 “Los problemas de la emigración son otro gran apartado del racismo, que también tienen cabida en la literatura para niños y jóvenes. Podemos encontrarnos un emigrante español en Dinamarca en Zuecos y naranjas, de Montserrat del Amo; la búsqueda de trabajo lejos de casa en El rey Gaspar, de Gabriel Janer Manila; un niño español de doce años en Alemania en Antonio y el país del silencio, de Mercedes Neuschafer-Carlón; un emigrante portugués en 80
Latin American Essays vol 20, 2007
Francia en María de Amoreira, o una familia portuguesa en Mallorca en La isla de las montañas azules, de Manuel L. Alonso, sin olvidar la espléndida obra de Marie Féraud Anne aquí, Sélima allí, que es la búsqueda de identidad de una joven argelina en Francia” (Flor Rebadal 3).
2 El texto de Camurati muestra numerosos ejemplos en la fábula hispanoamericana del uso diacrónico de figuras animales para referirse a la coexistencia de varias culturas.
3 Varios rasgos del título de este cuento invitan a una lectura intertextual del mismo en relación con relatos medievales y con cuentos de tradición oral: el extenso título, el adjetivo “maravillosa” para calificar la historia, la mención de los protagonistas y el comienzo con la conjunción “y” que facilita la yuxtaposición de historias y la continuación del relato oral de las mismas. El título, la imprecisión temporal, la ubicación espacial de la historia en “el bosque de Gulubú” y la existencia de reinos y princesas relacionan este relato con los lugares fantásticos de los cuentos de hadas. Tales marcos espacio temporales, sin un referente real específico, proveen a la historia de mayor universalidad, de modo que los eventos de la misma podrían también suceder en el “ahora” del momento en que el público infantil emprende la lectura.
4 El consumo de la televisión y el enorme poder que ésta tiene sobre los niños son preocupaciones temáticas de muchos relatos contemporáneos para niños, aparecen, por ejemplo, en María de los dinosaurios, de Yolanda Reyes, y en La rebelión de los conejos mágicos, de Ariel Dorfman.
5 Cruzado da algunos ejemplos de literatura infantil ambiental en Puerto Rico: Matum. El Manatí (1991), escrito e ilustrado por María Teresa Arrarás Mir; El coquí explorador (1991), con texto de Elbia Vásquez e ilustraciones de Mayra y Rachid Molinary; y Sueño en El Yunque (1993), de Graciela Rodríguez Martinó e ilustrado por Anaida Hernández (72). Numerosos relatos latinoamericanos para niños tienen como protagonistas a figuras de animales propios de la zona, por ejemplo las historias de Chigüiro, en Colombia; las del manatí, en Venezuela o las del coquí en Puerto Rico.
6 Aunque se considera un rasgo propio de la literatura para niños, la literatura toda, sin distinciones de audiencia, permite que el lector se enfrente con sus miedos. En la literatura infantil estos miedos pueden ser: la oscuridad, una visita al doctor, el comienzo de la escuela o la muerte de una mascota. Un elemento que está presente en todos estos eventos es la ansiedad que provoca una situación que el lector no controla (Carrasco Lluch 52).
Obras citadas
Beuchat, Cecilia. “Literatura para niños, cultura y traducción.” Taller de letras 18. Santiago de Chile, (1990): 55-64.
Calzadilla, Julia. “La literatura caribeña para niños y jóvenes de expresión española: ejemplos de insularidad antillana.” Cuatrogatos: revista de literatura infantil 4 (octubre-diciembre 2000): 1-5.
Camurati, Mireya. La fábula en Latinoamérica. México: UNAM, 1978.
Carrasco Lluch, Pilar. “Posibilidades terapéuticas de la literatura infantil.” Cuadernos de literatura infantil y juvenil. 16 (158), 2003: 44-53.
Cruzado, Waded. “Aire, mar, tierra y palabras: la literatura infantil y la
educación ambiental.” Atenea 14 (1-2), 1994: 69-76.
Enrique, Aurora. “Cesare Pavese: entre el exilio y la infancia.” Espéculo 18 (10), 2001: 1-14.
Flor Rebadal, Javier. “Cuentos para la convivencia.” Imaginaria. Revista quincenal sobre literatura infantil y juvenil 8 (22 de septiembre 1999): 1-7.
Holguín-Veras, Óscar. Ilustraciones de Amaury Villalba. Grum Grum el centolla. Santo Domingo: Alfa y Omega, 1990.
Ivir, Vladimir. “Translation of Culture and Culture of Translation.” Studia Romanica et Anglica Zagrabiensia. 2002: 117-26.
Kristeva, Julia. Strangers to Ourselves. New York: Columbia Press, 1991.
Luciano, Margarita. El día en que dos ciudades contrarias descubrieron que eran hermanas. República Dominicana: FERILIBRO, Cuba: UNION, 1999.
McClennen, Sophia A. The Dialectics of Exile: Nation, Time, Language, and Space in Hispanic Literatures. Indiana: Purdue University Press, 2004.
Martini, Juan. “Naturaleza del exilio.” Cuadernos hispanoamericanos (517-519), 1993: 552-55.
Montes, Graciela. “Abriendo ventanas a otros mundos. Entrevista con Graciela Montes.” Imaginaria. Revista quincenal sobre literatura infantil y juvenil 2 (30 de junio 1999): 1-3.
Rexach, Rosario. “Emigración, exilio y consecuencias culturales.” Lo que no se ha dicho, 1994. 324-28.
Rosell, Joel Franz. “¿Qué es la literatura infantil? Un poco de leña al fuego.” Cuatrogatos 4 (octubre-diciembre 2000): 1-5.
Savater, Fernando. Contra las patrias. Barcelona: Tusquets, 2000.
Sayad, Abdelmalek. The Suffering of the Immigrant. Great Britain: Polity Press, 2004.
Walsh, María Elena. “Y aquí se cuenta la maravillosa historia del gatopato y la princesa Monilda.” Cuentopos de Gulubú. Argentina: Alfagura, 2000.
Westwood, Sally y Annie Phizacklea. Trans-Nationalism and the Politics of Belonging. New York: Routledge, 2000.
White, Paul. “Geography, Literatura and Migration.” King, Russell, John Connell and Paul White (eds.) Writing Across Worlds. Literature and Migration. London and New York: Routledge, 1995. 1-19

Latin American Essays vol 20, 2007

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