martes, 28 de noviembre de 2017

El ascenso de la literatura infantil dominicana José Nova | 26 agosto, 2017

En el universo de la literatura dominicana, las creaciones destinadas al lector infantil y juvenil se han multiplicado con los años, no solo con la labor de los autores dedicados por completo a este sector, sino también con los aportes de otros escritores más conocidos por su línea adulta.

Es a partir de la segunda mitad de los ochenta, según apunta el exministro de Cultura y Premio Nacional Feria del Libro 2016, José Rafael Lantigua, y con mayor acento en el decenio de los 90, que la República Dominicana comenzó a cosechar con fervor este tipo de obras en una diversidad de géneros que sirven de impulso a la imaginación y la creatividad para educar, divertir y formar a los infantes dominicanos.

Los primeros registros de la bibliografía dedicada especialmente a esta clase los ofrece el investigador Miguel Collado en su libro En torno a la literatura dominicana, donde consagra a la escritora puertoplateña Virginia Elena Ortea (1866-1903) como la pionera de los cuentos infantiles y juveniles en el contexto nacional, con los títulos Los diamantes (Revista Ilustrada, 1 de febrero de 1899)y Estrellas y flores: cuento de Navidad (Revista Literaria, 23 de marzo de 1901), contenidos en su libro Risas y lágrimas.


Dinamismo


Sin embargo, Collado establece que en la década de 1930 es que se inicia la publicación de textos infantiles con un reducido número hasta los años 70, período en el que vieron la luz solo 24 obras para niños. Una bibliografía insignificante si se compara que entre los ochenta y los noventa circularon 99 libros infantiles.

Precisamente, un repaso en ese sentido desde la creación del Premio Anual de Literatura Infantil y Juvenil Aurora Tavárez Belliard, muestra que se han ampliado las temáticas, construcciones y poética de la narrativa, aderezada por la ilustración gráfica. La lista de los autores y obras que han merecido este reconocimiento como parte de los Premios Anuales de Literatura, que entrega el Ministerio de Cultura, la integran Lorelay Carrón (Un pedacito verde en el corazón, 1998), Margarita Luciano (Quién se robó el verde, 1999), José Enrique García (Un pueblo llamado Pan, 2000), Tomás Castro Burdiez (Balle Nita y el Pez Cador, 2001) Luis Martín Gómez, (Mamá, a aquella caracola le está naciendo un mar, 2002), César Sánchez Beras (El sapito azul, 2003), Jenny Montero (Éranse unas criaturas del monte, 2004), Julio Adames (Cuerpo en una burbuja, 2005 -poesía), Marcio Veloz Maggiolo (La verdadera historia de Aladino, 2006), Dinorah Coronado (Rebeca al bate y dos cuentos más, 2007), Ana Brígida Gómez (La sirenita de coral, 2008), Tony Morales (Las aventuras del niño inventor y la bruja Marleny, 2009), Brunilda Contreras, (Esperanza, 2010), Rafael Peralta Romero (A la orilla de la mar, 2011), Virginia Read Escobal (El Pacto de Guani, 2012), Farah Hallal (Sábado de ranas, 2013), Gisela Nolasco Peña (La Cigua Palmera y la Madam Sagá, 2014), José M. Fernández Pequeño (Bredo, el pez).

Para que se tenga una idea de la producción de cada año, hay que destacar que el jurado del Premio Anual de Literatura Infantil y Juvenil Aurora Tavárez Belliard recibe hasta más de 20 propuestas de diferentes autores. Cerca de cumplir cuatro décadas de intensa producción, la literatura destinada a los pequeños ha contado con un valioso grupo de escritoras, como Mary Collins de Colado, Aida Bonnelly de Díaz, Leiby Ng, Eleanor Grimaldi, Marianne de Tolentino, Carmen Martínez Bonilla y Lucía Amelia Cabral, entre otras que no están en la lista de premios.
Aunque la labor de las mujeres ha sido fundamental, también los aportes masculinos han jugado un importante papel en el boom de la literatura infantil.

Al académico, cuentista y novelista petromacorisano Miguel Phipps Cueto, se le debe el mayor número de aportes. No solo es uno de los autores dominicanos con más publicaciones en las últimas décadas, con 73 títulos y coautor de siete, sino que es el escritor más prolífico de literatura infantil de América Latina y el Caribe. Forma parte de la más prestigiosa colección de libros para niños de Iberoamérica. En su bibliografía se destacan La lechuza hambrienta y el astro Sol, La hormiga cocinera y el escarabajo pelotero, El roedor fanfarrón, Crisálida, Nacimiento Divino, Dientesano, La niña que se convirtió en flor, El pajarito perdido, Luciérnaga, Plumas de vanidad, El sapito delincuente, El regalo más bello, Castillito de arena y La ranita comilona, entre otros títulos.

En la fecunda producción masculina, Juan Bosch es valorado como el primer escritor dominicano en publicar un libro de cuento infantil: Un cuento de Navidad (Santiago de Chile, 1956). Tres décadas más tarde puso a circular El culpable (Isla Abierta, 1985). Otra de las grandes figuras de las letras dominicanas, Pedro Henríquez Ureña (1884-1946), dejó su huella en este terreno cuando publicó en el periódico El Mundo, de México, Los cuentos de la nana Lupe.

Otras lecturas para niños


Algunos de los libros recomendados son Versos del mar (Bismar Galán), Mi caballito de goma y otros poemas para niños (Andrés Acevedo), Las gallinas son eléctricas (Farah Hallal), Las dos nanas (Dinorah Coronado), “Daniel y el ave” (Marivell Contreras), El unicornio (Vinicio López Azuan), Los fabricantes de juguetes (Iván Payano), El sonido que faltaba (Leibi Ng). El ave y el nido (Salomé Ureña) y La ciudad de los niños (Manuel Rueda. Junot Díaz, premio Pulitzer, se estrenará en el 2018 en el mundo de los relatos infantiles con un cuento sobre dos niñas dominicanas que crecen en Nueva York, titulado Islandborn.

Original publicación: http://elcaribe.com.do/2017/08/26/ascenso-la-literatura-infantil-dominicana/

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