domingo, 20 de marzo de 2016

La educación y desarrollo preescolar del niño


Elizabeth Balaguer

El desarrollo emocional es fundamental para el proceso de aprendizaje en los niños durante los primeros tres años de edad.  Las muestras de afecto hacía los niños en su etapa inicial es determinante para ayudarle en su progreso. La anatomía del cerebro en un niño se compone de miles de neuronas que transmiten información para responder a las experiencias y crear estímulos, según explica el National Scientific Council on the Developing Child, del centro de Desarrollo Infantil de la Universidad de Harvard. Los adultos desempeñan una función importante en la creación positiva o negativa de esos estímulos. La atmósfera en la que se desenvuelven los niños en sus primeros años de edad y la manera de relacionarse con las personas a su alrededor es lo que va a incidir en todas las áreas de su desarrollo intelectual, social, emocional, físico y moral. 

Un desarrollo saludable en el niño va a depender de la manera de cómo se manifiesten las relaciones desde su nacimiento, especialmente la forma de cómo se establezca el vínculo afectivo con las personas que tienen un papel predominante en su vida, tanto dentro como fuera del seno familiar. La seguridad y estabilidad emocional es una parte esencial para su desarrollo y contribuye a sentar las bases de motivación para el aprendizaje, fortalecer el sentimiento de autoconfianza y la práctica de desenvolvimiento social en una manera positiva, lo que le va a permitir en el futuro llegar a ser un adulto exitoso  en otros aspectos de su vida. 

El desarrollo socioemocional de los niños pequeños implica que ellos aprendan a entender sus sentimientos y los de las personas que los rodean, a la vez de regular y expresar sus emociones de manera apropiada. Los niños que se desarrollan en un ambiente negativo presentan trastornos emocionales y de salud mental, bajo rendimiento escolar, mayores índices de deserción escolar, rechazo de los compañeros y pueden llegar a cometer actos delictivos. Sin embargo, de acuerdo con El currículo creativo para educación preescolar, los niños que se han desarrollado en un ambiente seguro y positivo, rodeado de cariño establecen de manera fácil relaciones de amistad con otros niños y tienden a estar motivados al aprendizaje de una manera positiva a corto y largo plazo.

El niño aprende a regular sus emociones cuando controlar sus impulsos, sus frustraciones y sus emociones al aprender a diferenciar cuales son sus límites y las consecuencias de sus acciones y qué esperan de él las personas que lo rodean. Es durante este proceso que él niño adquiere un entendimiento sobre las consecuencias de sus acciones, sean positivas o negativas; el comportamiento correcto o incorrecto y el control emocional. 

Conducta Social 
La capacidad de establecer relaciones afectuosas positivas con los adultos, da como resultado el crear relaciones amistosas, adaptarse con grupos de niños y responder a las demostraciones de afecto de una manera positiva. La capacidad de sociabilizarse nace en las primeras interacciones del bebé con la persona que le cuida; a medida que va avanzando el niño, esta cualidad se pone de manifiesto cuando juega con otros niños de su misma edad.  Los niños que están capacitados para exhibir una conducta social positiva se desenvuelven de manera productiva en un grupo, aprenden a cooperar, negociar, tomar iniciativas o seguir a los demás y expresan sus emociones e ideas de una manera adecuada. 

Habilidades físicas
El desarrollo físico abarca las destrezas de motricidad gruesa (las piernas) y las destrezas de motricidad finas (los brazos y manos). Los primeros años en la vida de los niños son esenciales para que ellos desarrollen sus piernas; el bailar, saltar y correr son movimientos que permite al niño ejercitar para el fortalecimiento de sus músculos. Los primeros años son fundamentales para el desarrollo de los músculos largos involucrados en el desplazamiento.  




Capacidad de expresión
El lenguaje es la habilidad de conocer y expresar las palabras.   Como indica El currículo creativo para educación preescolar, el aprendizaje del lenguaje consiste en aprender la estructura y la secuencia de los sonidos del discurso, el vocabulario, la gramática y las reglas para participar en una conversación apropiada y eficaz.  El lenguaje en los niños se inicia desde su nacimiento.  El hablar al niño constantemente le ayuda a ir familiarizando con las palabras y  aunque no está consciente del significado de las palabras, el niño va responder a través de gestos y articulaciones como una forma de establecer y mantener una relación con el adulto. Este deseo de comunicarse ayuda al niño en el proceso de desarrollo del lenguaje,  lo que permitirá que el niño sea capaz de comprender lo que escucha. 

El lenguaje receptivo incluye escuchar, reconocer y comprender la comunicación de los demás. Un bebé se da vuelta al escuchar a su madre, un de dos años responde preguntas sencillas y un niño de kindergarden sigue instrucciones detalladas y de varios pasos.   Diversos estudios enfocan interesantes aspectos de este tema.  Hoy se sabe que para comprender el lenguaje, los niños deben centrar su atención y escuchar con un propósito. 

Deben reconocer y comprender con precisión y rapidez lo que oyen.  El lenguaje receptivo comienza a desarrollarse antes que el lenguaje expresivo, pero ambos están estrechamente relacionados. 
El lenguaje expresivo depende del lenguaje receptivo.  Los niños pequeños relacionan lo que oyen con su conocimiento básico y sus experiencias.  Cuanto más comprenden los niños el mundo que los rodea, más capaces son de darle sentido a lo que escuchan. 

El conversar con los adultos, al escuchar cuentos leídos en voz alta y al participar en experiencias significativas, los niños desarrollan un vocabulario nuevo que los ayuda a comprender un lenguaje cada vez más complejo.  El lenguaje es importante porque a través de él se desarrolla la lectoescritura en los niños.  Las primeras experiencias de escritura en los niños están basadas en lo que han aprendido a través del habla narrativa.  La lectoescritura recibe la influencia del habla explicativa, dando lugar a la conversación de causa y efecto y de conexiones entre ideas, sucesos y acciones. 

Las destrezas del lenguaje en los niños varían de acuerdo al medio donde se desarrollan.  Algunos niños tienen un vocabulario extenso y hablan con oraciones complejas.  Otros tienen un vocabulario limitado y necesitan ayuda para expresar sus ideas.  Los niños que tienen retraso en el lenguaje o discapacidades auditivas o cognitivas, presentan a menudo limitaciones en el lenguaje y pueden tener problemas para recuperar las palabras de la memoria y pueden confundir sus significados. 

Desarrollo intelectual y del aprendizaje 

El desarrollo cognitivo, es el que permite al niño el desarrollo intelectual y del aprendizaje que influye en su manera de procesar la información, la memoria, la capacidad de clasificar y resolver los problemas, la adquisición del lenguaje y el aprendizaje de la lectura y las matemáticas. Los niños que tienen un desarrollo positivo en su manera de aprender presentan a medida que maduran: atención y participación, persistencia y capacidad para resolver los problemas, curiosidad y motivación, así como flexibilidad e inventiva. 

La capacidad de enfocarse en las tareas evitando distracciones al mantener una participación positiva y perseverar en el trabajo está estrechamente relacionada con los logros académicos de los niños, su desarrollo cognitivo y sus interacciones con los compañeros. Los niños van adquiriendo cada vez una mayor destreza y capacidad para seleccionar las estrategias de resolver los problemas.  Este proceso permite a los niños razonar sobre sus elecciones y establecer comparaciones entre una y otra cosa.  La curiosidad fomenta el desarrollo cognitivo, socioemocional y físico para el resto de la vida, promoviendo el comportamiento exploratorio. Los niños sienten la necesidad de explorar el mundo que los rodea; es importante responder todas sus preguntas y proporcionarles ambientes seguros para su exploración y desarrollo. 
La flexibilidad cognitivo es importante para el éxito académico de los niños. Los niños con mayor flexibilidad de pensamiento saben buscar diferentes alternativas, al pensar de manera individual en  la forma de resolver los conflictos y los problemas los resuelven valiéndose de los recursos que están a su alcance. 

(Tomado de El Currículo Creativo para educación preescolar, Quinta edición)
Adaptado por Elizabeth Balaguer
Publicado en la Agenda de Vida y compromiso ciudadano 2016 (Páginas 375-381)

Miguel Phipps: El boom de la literatura infantil

JOSÉ RAFAEL LANTIGUA

A partir de la segunda mitad de los ochenta, y con toda seguridad durante el decenio de los noventa, ocurrió en la República Dominicana un boom de literatura infantil del que poco, tal vez, se ha hablado.

La literatura para la gente menuda, fue escasa hasta ese período. Existen algunos antecedentes notables, pero no alcanzaron una dimensión trascendente. Ni siquiera, según mi apreciación, esos pocos creadores sirvieron de referencia a los cultores de dicha literatura en nuestros tiempos. Antes de los ochenta y noventa, lo que hoy podríamos incluir en la lista de producciones literarias para niños y niñas son meras experiencias de contar historias infantiles, careciendo muchas de ellas de un lenguaje y de una estrategia narrativa propias para su blanco de público.

Durante el período señalado es cuando se van a abrir las compuertas de la imaginación y la creatividad para educar, divertir y formar a los infantes dominicanos que durante largos decenios habían carecido de una literatura propia, de carácter nacional digamos, y si acaso en algunas etapas específicas, porque no creo que haya sido una práctica constante, nuestros niños habían tenido que servirse de la literatura creada para ellos desde otros horizontes geográficos.

Es asombrosa, comparada con los decenios anteriores, la cantidad de libros infantiles que se dan a conocer entre los ochenta y los noventa, lo que nos permite asegurar que es durante esta época de oro cuando se origina la mayor atención literaria a los infantes dominicanos. No es éste el momento para nombrar obras y autores, pero creemos relevante destacar este boom de la literatura infantil dominicana durante el período señalado para poder situar su importancia en el contexto general de la historia de la literatura nacional. Para que se tenga una idea del crecimiento que ha alcanzado la literatura infantil dominicana, anotemos lo siguiente: en la década de los treinta, que es cuando el investigador literario Miguel Collado determina que se inicia la publicación de libros infantiles, hasta la década de los setenta, o sea durante cinco décadas, se publicaron apenas 24 libros para niños, mientras que entre los ochenta y noventa, en menos de dos décadas se publicaron 99 libros infantiles. Obviamente, no todos son cuentos o poesías, hay también libros didácticos y antologías entre ellos, en todas las épocas.

Los ochenta y los noventa son pues los decenios donde nuestra literatura infantil habrá de adquirir su voz y su estilo particulares. Sus creadores, entre los cuales sobresale la huella femenina, dan muestras de conocer el oficio, de interesarse en hablar a la chiquillada en su lenguaje y desde sus perspectivas de comprensión, y de interesarla en “su” literatura. Es cuando se inicia entre nosotros, de manera profesional si acaso deberíamos llamarle de este modo, la ilustración gráfica, que es un componente esencial de la producción literaria infantil, en tanto determina la fijación de la historia que se cuenta y consolida la imaginación del lector-niño.

De entonces a hoy, la literatura infantil dominicana ha ido haciendo su andadura con buen pie. Durante este período se crea el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil Aurora Tavárez Belliard, una pionera de la escritura para niños, y se ampliará el catálogo de obras infantiles dominicanas, gracias a este lauro y a la producción constante de los creadores pertenecientes a ese boom. Hacia fines de los noventa y como parte de la internacionalización de nuestras ferias del libro, nos toca crear en 1998 junto a la gran amiga Olga Martha Pérez, de la Unión de Artistas y Escritores de Cuba, la colección infantil Dienteleche que une anualmente en un solo libro a autores cubanos y dominicanos, con el propósito doble de impulsar el conocimiento de nuestra narrativa infantil más allá de nuestras fronteras, y de permitir a nuestros creadores el siempre provechoso contacto con igual tipo de literatura de otros países, en este caso Cuba que tiene una bibliografía abundante y añeja en esta dirección. Esta colección incluiría años más tarde a Puerto Rico, de modo que las Antillas Mayores de habla hispana –término por cierto en desuso- unieran las voces de su creación para infantes, creando un diálogo intercultural, al intercambiar y divulgar sus producciones.

Debo lamentar hoy que algunas de las voces que iniciaron y desarrollaron ese boom hayan abandonado el oficio. Pero, aunque dije que no deseaba nombrar autores, lo haré ahora para resaltar trayectorias que sirvieron para desarrollar ese estallido de la literatura infantil dominicana. Señalo a Lorelay Carrón, Lucía Amelia Cabral, Margarita Luciano, Mary Collins de Colado, Aida Bonnelly de Díaz, Leiby Ng, Eleanor Grimaldi y Marianne de Tolentino, entre otras y otros, porque creo que ese boom fue fundamentalmente labor de mujeres, al que luego se agregarían obras notables de creadores masculinos.

En el entramado que configura este boom, ha de surgir el nombre de Miguel Phipps Cueto, un petromacorisano ejemplar, pero sobre todo, y deseo destacarlo, un hijo meritorio del Ingenio Consuelo que desde la fronda de los cañaverales y su ascendencia cocola de barloventinos migrantes, ha sabido crear y sostener una obra literaria fecunda como parte de una rica tradición de escritores que dan brillo a nuestra literatura y que proceden de la etnia citada. Phipps inició su carrera literaria como novelista y cuentista para lectores mayores, pero muy pronto dirigió sus letras hacia la gente menuda y desde los años ochenta comienza esta faena que treinta años más tarde ha terminado por convertirle en el creador de narraciones infantiles más numeroso de nuestra historia literaria.


Miguel Phipps

Miguel Phipps posee un caudal creativo sorprendente donde la naturaleza cubre un rol protagónico, creando en el lector menudo un interés por la valoración de las riquezas naturales. Sus historias tocan sentimientos, actitudes y señas de identidad que sus personajes muestran para ser deleite y moraleja, o sea divertir desde la enseñanza de valores y provocar un disfrute pleno en el infante para que aprenda a discernir sobre hechos y situaciones específicas. Y, la sencillez de sus relatos, el lenguaje que utiliza y la brevedad de la mayoría de sus creaciones permiten al lector infantil acometer la tarea de la lectura sin complicaciones. Creo que estas características constituyen casi un breviario de cómo debe escribirse para los niños. No es que no se utilicen términos que no sean del lenguaje parvulario, porque de alguna manera cuando eso ocurre no se enriquece el vocabulario de estos lectores pequeños, pero sabiendo acoplar los mismos con una prosa sencilla, acorde con la historia que se narra y con los lectores a quienes se dirige esa historia. Hay algo más. Los libros infantiles de Phipps están siempre bellamente ilustrados, lo que es una materia que nunca debe ser desdeñada por los autores en esta rama literaria. La ilustración es parte fundamental e imprescindible de los relatos para infantes, porque contribuyen a acrecentar y enriquecer su imaginación.

Juan Bosch, descendiente de migrantes, es poseedor de muchas glorias literarias, pero pocos recuerdan que entre esas glorias hay que incluir que fue el primer escritor dominicano en publicar un libro de cuento infantil, cuando apareció en Santiago de Chile su célebre Un Cuento de Navidad, publicado en 1956, hace justo sesenta años. Y con otro cuento infantil titulado El culpable, publicado en 1985 –hizo treinta años en el pasado 2015- en el suplemento Isla Abierta, a solicitud de su editor, el poeta Manuel Rueda, concluyó su carrera literaria. Miguel Phipps Cueto, descendiente de migrantes, inició su oficio de escritor infantil con su relato La araña y el mosquito sabio, publicado en 1982, hace 34 años. Todavía no concluye su labor, pero si fuese a ponerle punto final dejaría un legado de cincuenta libros para infantes, que aparte de ser la mayor cantidad publicada por autor dominicano en cualquier época lo convierten además en el más destacado escritor de ese formidable boom de narradores para la gente menuda del que ya hemos dado buena cuenta esta vez. La de Miguel Phipps es una hazaña portentosa por mantenerse durante más de tres décadas sirviendo con decisión y calidad al desarrollo de la imaginación creadora de la sociedad de la infancia en la República Dominicana.

Fuente: http://www.diariolibre.com/opinion/lecturas/miguel-phipps-el-boom-de-la-literatura-infantil-EX3077776

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