jueves, 8 de octubre de 2015

Comienza la Batalla de los Cuentos en su V Edición con el auspicio de la Vicepresidencia de la República y la Biblioteca Infantil y Juvenil de la República Dominicana








Pincha el link para tener los cuentos seleccionados:


Dulce Elvira de los Santos, actriz, titiritera y autora es la Directora
de la Biblioteca Infantil y Juvenil de la República Dominicana.

La directora da apertura al acto.
Leibi Ng pronunció unas palabras motivadoras sobre la lectura.





La dinámica Yaniris Espinal y el compañero encargado de protocolo

Ella quiso saber qué libro estaba yo leyendo: "Método fácil y rápido para ser poeta Volumen I"
del gran poeta colombiano Jaime Jaramillo Escobar ¡divertidísimo!







Profesora y autora Martha Norys Vanderhorts
Mis palabras:

La Batalla de los Cuentos

Lo primero que hice cuando Dulce Elvira, la simpar directora de esta biblioteca me solicitó que viniese hoy a hablarles sobre la importancia de la lectura, fue… ¿Qué ustedes creen? ¡Sí! Ir a Google. Pero, como me salió a la primera, algo que yo ya conozco, me dije a mi misma: ¡Serás tonta! ¿Qué han hecho los libros por ti? ¡De eso se trata! Miré a mí alrededor, medio perdida… (Sí, porque a lo que más miedo le tenemos en la vida es a repetirnos, a no ser originales)… Vi el montón de libros, libritos y libracos, papeles sueltos y encuadernados; revistas, folletos y folletines que habitan mi casa… Pensé en cinco viajes de ida y vuelta a Europa y las maletas llenas de libros de una y otra parte, los libros que he perdido, los libros que me aguardan en Italia, en España… Los hermosos libros que amo y que ya nunca volveré a tener en mis manos… y debo confesarles, amigos, que yo prefiero andar desnuda que quedarme sin libros. O lo que es lo mismo. Quedarme sin libros equivale para mí a andar desnuda.
Desde los 5 años cuando aprendí a balbucear las primeras letras mi hambre de lectura no ha cesado. Me recuerdo escondida en la penumbra leyendo como si rezara los muñequitos de los periódicos.  Me metía, no sé cómo en casas ajenas a leer, sentada en el suelo y sin noción de tiempo. En particular, había un repartidor de periódicos que sólo sonreía cuando llegaba a su casa y me encontraba manoseando los diarios que tenía que devolver en su trabajo, los que quedaban, los que no tenían casa y regresaban a la editora. También la casa de un plomero, un hombre alto y gordo de origen cocolo apellido Robert, que usaba un pequeño maletín y me miraba preocupado sin entender qué hacía una niña de 8 años en un rincón de su casa en el cual sus hijas (Carlota y María Elsa), me dejaban instalar porque había una colección de la revista Selecciones de Reader's Digest que me encantaba.

El placer que yo encontraba en la lectura
no me lo daba jugar a las escondidas,
porque entre libros me sabía encontrar.
El placer de descubrir palabras nuevas
no lo hallaría montando bicicleta
porque nunca me la llegaron a comprar.
El placer de conocer otras familias,
personas, culturas, animales, países,
ciudades, utensilios, tradiciones, festejos,
caracteres, psicología de personajes,
reacciones, historia, humor…
no me lo iba a dar la calle ruidosa
con tránsito desordenado  y música bailable
a muy alto volumen en una algarabía interminable.
El placer de ser paseada curso por curso
como un ejemplo de buena lectora
con una fábula de Esopo,
en mis primeros días de escuela,
no me lo iba a proporcionar jugar
bingo en el patio de doña Isaura.
El placer de entender el mundo
con ojos sabichosos, con claridad mental
y dispuesta a tomar decisiones
no me lo dio mi pobre barrio,
ni mis pobres padres, ni mi pobre escuela…
Me lo dio la lectura y el riquísimo mundo del conocimiento.

Hoy día, el placer de ser llamada escritora, por la capacidad de poner sobre el papel mis ideas, no se debe al esfuerzo deliberado por tener una profesión de prestigio sino a la bendita inclinación que tengo a la lectura y a la capacidad de leer el alma de todos los que con palabras me visten y me abrigan, ropaje que me viste y que sé me van a regalar ustedes en medio de esta batalla de cuentos.

¡Vístanme de palabras y ganen la batalla a la ignorancia!

Leibi Ng
8 de octubre de 2015





"Nada nos enriquece más que la lectura.
Nada abre mejor las puertas del saber 
que un buen libro. Nada nos puede brindar 
la compañía permanente y enriquecedora de un libro".
Margarita Cedeño de Fernández
Vicepresidenta de la República

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