lunes, 8 de abril de 2013

Presentación del libro "No puedo tocar el piano", de Darihanna Mesa Florentino por Brunilda A.. Contreras N.

Darihanna Mesa Florentino autora de "No puedo tocar el piano".


La vida es poesía en sí misma, y con inocencia se expresa por doquier. Solo faltan quienes sean capaces de interpretarla, mediante el lenguaje de los dioses que son las metáforas. Hace falta pues, un alma sensible que perciba la realidad que pulsa detrás de una forma, densificada por el limitado alcance de los sentidos físicos con sus reportes frecuentemente falseados.

Y en el ámbito de la literatura infantil, hace falta un ojo capaz de describir la danza de un colibrí mientras corteja una flor, y unos oídos que escuchen el canto de un río cuando se deja acariciar por el juego coqueto de las ondinas y las nereidas que lo pueblan. Es preciso que alguien interprete los dulces susurros del viento y de sus vaporosas sílfides con sus innumerables historias de amores recogidas en sus múltiples andanzas. Y que hable con los duendes que tiñen de violeta las remolachas y de oro rubí las zanahorias. Y hace falta también quien sea capaz de describir las mágicas danzas que realizan las salamandras, mientras llenan de fuego la existencia humana. Hace falta, pues, el poeta. Ese ser tan reconocido ―y hasta venerado en otros tiempos—, que  llegó a equiparársele con un profeta.

Sí, faltan los cantores, los que con alma sublime perciban las  maravillosas expresiones poéticas del mundo, con los ojos abiertos de la imaginación, y sin encapsularlas, las acomoden con gracia en esos mágicos continentes que son las palabras.

Con profundo regocijo, hoy les presentamos a una poetisa en ciernes: Darihanna Mesa Florentino, quien ha tenido el inmenso privilegio de nacer en una familia amante de la palabra bien expresada y, por tanto, de escuchar poesía desde que estaba en el vientre de la madre, ya que, como expresa Juan Cervera, autor español de literatura infantil y juvenil:

 “El lenguaje de la poesía lo primero que produce en el niño es un agradable distanciamiento muy ilustrativo. Por pequeño que sea el niño, ante cualquier muestra de poema que se le ofrece, intuye que hay algo diferente. La disposición métrica de las voces acarrea sorprendentes asociaciones fónicas que se le antojan juegos, la inusual ordenación de las palabras provoca llamativas construcciones sintácticas, anómalas.

El recurso del lenguaje figurado sugiere significados nuevos. Y por más que el niño no entienda ni sepa explicar todos estos fenómenos, es evidente que en la globalidad del discurso descubre rasgos diferentes que en el lenguaje corriente”.

Y esto lo ha percibido la conciencia de esta niña, cuya sensibilidad se desvela en los rasgos de su producción poética, en la que con sorprendente frecuencia emerge el elemento agua, símbolo universal  de los sentimientos y de las emociones: …. “extraño caminar sobre las olas del mar…”  “soñaré volar en un caballo azul para que el cielo no caiga y se  pierda entre las montañas lluviosas…” “busco la lluvia en tus ojos… “y sobre él lluevan lágrimas de tus ojos… y tantos otros versos  más.

Darihanna se sabe poesía, porque es vida. Vida que se expresa en la interrelación de todo lo que existe:

“voy a dibujar un lápiz sobre sus letras…”
“y las letras dibujando un lápiz…”
“voy a dibujar un lápiz escalando montañas
Y las montañas escalando al lápiz escribiendo”

Su poesía revela  la permanente incertidumbre de la existencia humana, por los imprevistos de la vida, que muchas veces ante la imposibilidad de resolverlos,  se nos antojan misterios… la violencia, el hambre, el desamparo de los niños… lo que cree comprender,  lo que no comprende,  lo que verdaderamente comprende, lo que la inquieta, lo que la hace feliz y lo que  eleva su alma… todo cabe en su creación poética que,  muchas veces, de repente nos sorprende con versos que escapan a los dominios de  su corta  edad:

“…extraño tu mirar reflejándose en mi espejo
Cuando volábamos en la oscuridad
Extraño tu amor que no podré dejar escapar”.

Darihanna tiene la bendición de unos padres que atentos observan el desarrollo de su vida, para guiarla por los mejores senderos, mientras ella, teniendo como norte escritores de la estatura de René del Risco, José Mármol, Víctor Villegas y  Ángela Hernández, por solo citar algunos, nos invita  a colocar la atención en dos de sus cualidades sobresalientes: el amor por la literatura y la constancia, esta última, escasa cualidad en el ser  humano.

La constancia habla de la disciplina que es la más bella manifestación de amor y respeto hacia los demás, y que, conjuntamente con la capacidad creadora, permite que el cerebro trabaje íntegramente y ofrezca un resultado acabado, en el que quede evidenciada la participación del hemisferio derecho, con su cuota de imaginación y creatividad, y  la del izquierdo, con su aporte lingüístico, su  coherencia, cohesión y lógica.

A su corta edad, Darihanna parece intuir que no basta con “invocar” a la musa, sino que es preciso, establecer amistad con ella, escucharla, asimilar sus sugerencias y convidarla a reuniones que se hagan  cada vez más frecuentes hasta  que lleguen a convertirse en cotidianas.

Ojalá que Darihanna también intuya que la vida es un salón de clases permanente y que cuando no aprendemos una lección, nos vemos precisados a repetirla. Que la vida es un continuo fluir, que lo único permanente es el cambio. Ojalá que desde ahora, Darihanna comprenda que la perfección ha de ser  una aspiración, porque quien cree que la ha alcanzado, está perdido para siempre.

¡Mis felicitaciones para ella y para sus afortunados padres!

Muchas gracias.

Brunilda A. Contreras N.

Santo Domingo

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