lunes, 20 de mayo de 2013

PONENCIA PRESENTADA POR LA ILUSTRADORA Y ESCRITORA ESPECIALIZADA EN LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL LEONOR BRAVO EN EL SEMINARIO PREVIO AL MARATÓN.


MARATÓN DEL CUENTO: ECUADOR UN PAÍS QUE LEE
una fiesta de la palabra, el arte y lectura


Las primeras obras de literatura oral que creó el ser humano cuando se apropió de la lengua más allá de la mera comunicación para la sobrevivencia fueron para honrar a la divinidad, para enamorar y conquistar al otro y para dormir a los niños y jugar ellos. De manera que aquello que ahora se llama literatura infantil o literatura para niños, nació en un tiempo que se pierde en los orígenes de nuestra especie. Es una literatura que se hacía en el silencio de la noche, en la intimidad de los brazos de las madres o de las nanas, casi siempre al oído o entre risas y juegos, como un acto de amor y de necesidad de sueño, sin la conciencia de que eso era algo más que unas pocas palabras con sonidos dulces que invitaban a los niños a dormir y a las madres al descanso.

Luego, mucho más tarde, luego de siglos de injusticias contra esos seres pequeños de estatura, sin poder adquisitivo y no productores de bienes; de siglos de casi olvido, sin más atenciones que las necesarias para que crecieran pronto y se unieran a los ejércitos de campesinos, de soldados, de artesanos, de madres; de ser los primeros en morir en las pestes, los primeros abandonados en las guerras, a partir del siglo XVIII los niños empezaron a ser considerados algo más que adultos en potencia: seres con identidad propia, en camino a algo más como todos:

El niño camina a ser joven, el joven camina a ser adulto, el adulto camina a ser anciano, el anciano camina hacia la muerte. Todos vamos hacia algo, ninguno de los estados del ser humano es definitivo y no por ello es menos valioso que el estado del que vino o al estado que va.

El concepto de infancia ha sufrido muchas transformaciones y se ha enriquecido con el progresivo reconocimiento de sus derechos hasta ser considerado ahora como el periodo más decisivo de la vida del ser humano, y esta evolución ha influido también en la importancia que se ha dado paulatinamente a la literatura infantil.


Leonor Bravo

La literatura infantil nació como una estrategia para formar a los niños, para educarlos y civilizarlos como se decía en esa época, en la cual la intención moralizante era la que primaba, intención que tiene aún, desgraciadamente cultores y demandantes; en el siglo XIX se le empiezan a reconocer una serie de funciones de entretenimiento pero es recién en el siglo XX cuando se concede una función literaria a este tipo de obras, con lo cual obtiene su carta de identidad como el arte literario y plástico para niños. En el momento actual, dada la cantidad y calidad de las obras de este género, la teoría desarrollada a partir de ella, las licenciaturas y maestrías para su estudio, ya nadie se atreve a negar su existencia y su necesidad, y se vuelven insostenibles aquellas posturas que dicen que la literatura infantil es aquella que también le gusta a los niños, que, en el afán de colocarla en la misma categoría que la gran literatura, resulta una negación de las necesidades, gustos y derechos específicos de los niños. Diría yo que este concepto se aplica de manera más ajustada a la literatura para adultos, por ejemplo mi madre leyó Los miserables de Víctor Hugo a los ocho años y le gustó y La Guerra y la Paz de Tolstoi a los diez y le gustó y eso no convierte a esos libros en literatura infantil, sino a ella en una avezada lectora, como eran todos esos niños que en aquellos tiempos tuvieron la oportunidad de tener al alcance los libros de sus padres y alguien que les entusiasmara con su lectura.

Y, aunque creada por adultos, no es cualquier adulto el que escribe este tipo de literatura, si dejamos de lado aquellos escritores consagrados de literatura adulta que, tentados por las editoriales con jugosas ganancias, se arriesgan por estos caminos que huelen a leche, a chicle y chocolate, y dan a luz productos sosos y anodinos, poco dignos de su genio, o los escritores comerciales que escriben cualquier cosa que les pida el mercado. Porque el verdadero creador no escoge lo que escribe, escribe lo que le dicta su necesidad de expresión, su angustia o su alegría de ser, la urgencia de responderse esas preguntas que nadie escuchó, que cayeron en saco roto o recibieron comentarios vacíos. Respuestas que se expresan en forma de travesura, de risa o de dolor, que contadas por hadas, por monstruos, por animales, por personajes rebeldes o contestatarios, hablan de las eternas preocupaciones de los seres humanos de cualquier edad: ¿quien soy?, ¿adónde voy?, ¿cuál es el sentido de la vida?

Todas las etapas de la vida humana necesitan ser pensadas y expresadas y esa es una de las cosas que hace la literatura infantil, eso es lo que hacen los adultos que escriben esa literatura: expresar la infancia desde su propia vivencia, desde sus recuerdos guardados de tal manera que pueden volver a ellos de forma inmediata como si su infancia viviera al lado de su adultez y les permitiera conectarse con quienes son niños ahora. Por eso, los niños se encantan y se sienten expresados por ella.

Estas y otras reflexiones son las que nos llevaron como Girándula, Asociación ecuatoriana del libro infantil y juvenil, IBBY Ecuador, hace ocho años a crear el maratón del cuento, un evento en el cual los niños tuvieran un espacio lúdico de encuentro con la literatura, los libros, la lectura en voz alta de cuentos, los escritores e ilustradores de las obras que ahora, otra vez, por octava ocasión, visten a nuestra ciudad con su magia. Un espacio diferente al de las ferias del libro tradicionales en las cuales los niños deben ir al ritmo de sus padres, sin detenerse demasiado en aquello que les llama la atención, y sin encontrar todos los libros que ellos quisieran mirar. Un espacio creado especialmente para niños y jóvenes en el cual pudieran sentarse a revisar y leer los libros que les interesaban, en el que dialogaran con los autores de aquellas obras que les habían hecho soñar, y pudieran admirar las ilustraciones fuera del formato libro, como el arte plástico creado para ellos. Un espacio en el que los niños tuvieran contacto con una lectura no escolarizada, que pudieran escuchar la literatura por el gusto de hacerlo, sin la obligatoriedad de leer. En el que la familia, los adultos, los padres, los abuelos, recordaran el placer de escuchar un cuento, revivieran la fiesta que significa la palabra literaria, que volvieran otra vez a su infancia y rieran y se asustaran, y que además de disfrutar, se entusiasmaran con leer a sus hijos en sus casas, con el acto de trasmitirles el amor por la lectura con su propia voz.

El Maratón del cuento fue pensado al inicio como el modesto sueño de leerles cuentos a los niños, en un lugar para nada modesto, una joya de cristal enclavada sobre uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad: la loma del Itchimbía. Eso y el que Girándula, IBBY Ecuador, no estaba formada solamente por escritores, sino por todos los actores relacionados con los libros de literatura infantil y juvenil, hizo que nos replanteáramos el evento de manera que todos quienes hacemos la organización: escritores, ilustradores, editoriales y librerías tuviéramos un papel destacado en el mismo. Por ello ya el primer Maratón, en el 2006, tuvo feria del libro en la cual los editores y librerías socias de Girándula pudieran exponer la producción anual de los autores nacionales y las últimas propuestas de diferentes editoriales internacionales; exposición de ilustraciones de libros para niños y jóvenes, nacional e internacional; lectura de cuentos por parte de los propios autores, para el año siguiente enriquecida con la presencia de invitados especiales entre ellos: cantantes, actores, conductores de televisión y radio, deportistas, reinas de la ciudad, políticos, quienes aceptaron encantados nuestra invitación y se prepararon con especial dedicación para leer los cuentos con verdadera maestría. A nuestros aliados fundamentales, los colegios en los cuales se leen nuestras obras les propusimos algo especial: una Exposición de periódicos murales en los cuales pudieran compartir con el público y con otros maestros las diferentes maneras en que ellos hacen que sus estudiantes se enamoren de la lectura.

Y cada nuevo año concursos de diferente tipo: de personajes de los cuentos, de fotografía, de ilustración, de los stands que mayores facilidades dieran a los niños para su acceso a los libros, con la idea de vivir la literatura desde diferentes espacios y disciplinas.

El MARATON DEL CUENTO: ECUADOR UN PAÍS QUE LEE, el evento de promoción lectora más grande e importante del país, se ha realizado por 7 ocasiones en Quito, este es el octavo año; 4 en Cuenca, 1 en Loja, 1 en Guayaquil y 1 en Azogues, eventos en los cuales hemos contado con la asistencia de más de 250 000 personas.

Pero no todo ha sido magia y fantasía, pues además de compartir con nuestro público y promocionar la lectura entre ellos y los miles de personas que durante estos años han escuchado hablar del maratón, (calculamos que gracias a la difusión del evento por radio, prensa y televisión hemos tenido audiencia entre directa e indirecta de más de 2 millones de personas) le hemos dado mucha importancia a la capacitación y a la reflexión teórica en diferentes temas ligados a: la lectura en el aula y en el medio familiar, la escritura literaria, la producción editorial, el rol de las librerías y los medios de comunicación en la promoción lectora, el manejo de bibliotecas, la ilustración, entre otros. Y en diez eventos académicos: congresos y seminarios internacionales hemos contado con la presencia de especialistas de la talla de Teresa Colomer, Jaime García Padrino, Elisa Yuste, María Beatriz Medina, Pablo Amargo, Javier Zabala, Rui de Oliveira, Ángela Lago. Tuvimos además un Encuentro de Escritores de literatura infantil de Europa y América con Gonzalo Moure, Liliana Bodoc, Irene Vasco, Marina Colasanti, Triunfo Arciniegas, Enrique Pérez, Francisco Hinojosa, Laura Antillano, entre otros. En todos los eventos han participado, de igual forma los escritores y especialistas del Ecuador.

Todos los años hemos hecho, además especial énfasis en la capacitación de estudiantes de diversas carreras pedagógicas en lectura en voz alta, estrategia privilegiada de la promoción lectora. En estos eventos, uno de los cuales tuvo una duración de seis meses, han participado estudiantes de las principales universidades del país.

Para que todas las familias que vinieran al maratón tuvieran una historia que leer esa noche, en cada uno de los eventos regalamos un cuento en forma de minilibro a cada uno de los niños y niñas que asistían a la programación. Con este fin hemos publicado 60 cuentos interculturales inéditos, escritos e ilustrados por los miembros de nuestra organización, que son un aporte valioso para la reflexión y conocimiento de la rica configuración cultural de nuestro país. De cada uno de ellos se han impreso entre 20 y 50 000 ejemplares. Estos cuentos se han repartido, además, en las Ferias del Libro organizadas por el Ministerio de Cultura tanto en el país como en el Perú, en Bolivia y en Colombia.

El Maratón del cuento, que es la principal estrategia de Girándula para la promoción de la lectura, y que tiene entre otros objetivos hacer visible la importancia que tiene la lectura de literatura en la formación intelectual y emocional de niños y jóvenes, y difundir la cada vez mayor producción de literatura infantil en el país, es un fenómeno que responde a la etapa de florecimiento de la literatura para niños y jóvenes que está viviendo nuestro país, que, aunque entró con retraso, a mediados de los años 90, en una aventura que en Argentina, Brasil y Cuba se inició en los años 60:, y en Colombia, México y Venezuela en los 80, goza ahora de buena salud y tiene cada vez más lectores y una producción de calidad a nivel literario, de ilustración y de edición.

El Maratón del cuento se parece a Navidad, todos están felices y nos dan regalos, dijo un niño, mientras miraba maravillado los stands de la feria con sabor a fiesta, los miles de libros expuestos, las ilustraciones, la gente disfrazada de personajes de los cuentos; después de haber escuchado a su escritora o escritor favorito y de que éste le hubiera firmado un libro. Ese niño que en su primera visita tenía siete años tiene ahora catorce y es un adolescente lector con gustos y criterios literarios formados. Y ese es uno de los aportes más importantes de este evento y del desarrollo que ha alcanzado la literatura infantil y juvenil: el entregar al país una generación formada de lectores interesados, ávidos y curiosos.

Falta, por supuesto, mucho camino por recorrer, hay todavía miles de niños que no leen porque no tienen acceso a libros de literatura y porque no tienen maestros que los entusiasmen con la lectura; hacen falta más bibliotecas públicas y escolares y muchos eventos de este tipo en otras ciudades del país, nosotros como Girándula seguiremos empeñados en el esfuerzo de multiplicar esta fiesta de la palabra, de hacer del Ecuador un país que lee.


Por lo pronto, este año, Quito se ha vuelto a vestir de palabras, de ilustraciones, de sueños: dulces, traviesos, tristes, misteriosos, radiantes, curiosos. Hemos disfrutado otra vez la gran fiesta anual de la lectura, esperada por familias, niñas, niños y jóvenes . El Maratón del Cuento, Quito, una ciudad que lee, que va ya por su octava edición, está otra vez entre nosotros.

©Leonor Bravo

domingo, 19 de mayo de 2013

Juan Bosch en la literatura infantil por Miguel Collado


Esa profunda sensibilidad social y humana que toda la vida, y de manera ejemplar, caracterizó la personalidad de ese extraordinario ser llamado Juan Bosch (1909-2001), fue puesta de manifiesto por este gran hombre no tan sólo en su actitud ante los desgarradores problemas sociales y políticos de su pueblo y de todos los pueblos hermanos de América Latina, sino también en su justa valoración de la niñez. Y es que Don Juan sintió un amor especial hacia los niños, amor del que pueden dar testimonio aquellos que lo conocieron de cerca y que tuvieron cierta aproximación a su entorno familiar. Su capacidad para comprender el mundo de los infantes era admirable. En Simón Bolívar, biografía para escolares (Caracas, Editora Escolar, 1960, p. 16) él nos dice: “Cuando un niño nace, nadie sabe lo que hará en la vida. Por eso cada vez que un hogar se enriquece con uno, es como si naciera una esperanza para el mundo”.




Bosch y el primer libro de cuento infantil

El título de esta breve reflexión sobre la presencia del insigne escritor Juan Bosch en la literatura infantil dominicana nos trae a la memoria una extensa y hermosa historia infantil, ambientada en esa mágica época del año que es la Navidad, publicada por el maestro del cuento hispanoamericano en 1956. Nos referimos a Cuento de Navidad, obra editada en Santiago de Chile por la editorial Ercilla y con la que Bosch se convierte en el primer escritor dominicano en publicar un libro dentro del género denominado cuento infantil.
Dos años después, en 1958, la Editorial Cordillera de Caracas (Venezuela) es la responsable de la segunda edición de Cuento de Navidad. En una breve nota de los editores que aparece en la cubierta ilustrada de la tapa se dice lo que a continuación citamos:
“Este encantador Cuento de Navidad está llamado a causar una inolvidable impresión en sus lectores, sean niños o adultos. Se cuenta en él, con el más exquisito buen humor, la historia de los Reyes Magos y de San Nicolás, la misma leyenda milenaria que los pueblos católicos han venido oyendo desde tiempo inmemorial; pero en este libro esa leyenda, sin perder nada de su conmovedora ternura, tiene una atmósfera nueva. Gracias a ella nuestros antiguos conocidos –Dios, San Gabriel, San José, Gaspar, Melchor, Baltasar, el anciano San Nicolás- se convierten en amigos, se tornan en personajes de nuestro mundo emocional; cada uno de ellos tiene características que lo hacen familiar y lo humanizan”.
Con Cuento de navidad inicia Juan Bosch la publicación de libros de cuentos infantiles en la literatura dominicana, pues aunque de 1923 son los Cuentos de la nana Lupe, del gran humanista dominicano Pedro Henríquez Ureña, dichos textos vieron la luz pública de manera dispersa, no en volumen, en el periódico El Mundo, de México, país donde Henríquez Ureña vivió durante varios años, realizando allí una fecunda labor educativa y cultural. Bosch y Henríquez Ureña mantuvieron, desde 1932, una relación de amistad basada en la admiración y en el respeto mutuo.

Bosch y sus primeros textos infantiles

Constituyó para nosotros una indescriptible y agradable sorpresa el hallazgo, en 1999, de tres cuentecitos infantiles, más bien fábulas, de la autoría de don Juan : “El General Don Gallo” y “Don Gato y Don Ratón” fueron publicados por él, con el seudónimo de “Juan Niní”, en el número de la revista Alma Dominicana correspondiente al bimestre septiembre-octubre de 1934, específicamente en la sección titulada “Por el niño y para el niño”; y “El negocio de doña Hormiga” apareció, firmado con el seudónimo de “Juanito Niní”, en el mismo órgano, pero en agosto del citado año. Ninguno de esos textos narrativos ha sido recogido en volumen, lo cual consideramos injusto.
De los tres cuentos, “El General Don Gallo” nos parece el más interesante por su contenido reflexivo y su valor didáctico. El cambio de actitud de Don Gallo al tomar conciencia de lo negativa que es la vanidad, transmite una hermosa enseñanza válida para los infantes, pero también para los adultos. Leamos la parte final del cuento:
“Cuando volvió al pueblo, era ya tan viejo que no podía con el machete y casi no veía, a pesar de haberse comprado unos espejuelos muy buenos en la tienda de Doña Pata. Entonces se quedó asombrado, al comprobar que ya la señorita Polla era una madre de familia, con once pollitos de los más graciosos, que ni siquiera quiso oírle.
“Don Gallo, pues ya no quería ser General, colgó su viejo machete de un clavo, en un palo del patio, y decidió hacerse maestro de escuela. Y lo que enseñaba, sobre todo a sus discípulos, que eran jóvenes gallitos muy emperifollados, era esto:
—Si no dejan de ser vanidosos, pueden fácilmente perder la cola cuando menos: La vanidad, amiguitos, conduce infaliblemente, a la olla o al ridículo”.




Bosch y su último cuento infantil

En 1983, específicamente el 16 de julio, el suplemento cultural Isla Abierta, del diario Hoy, publica el cuento “El culpable”, último texto infantil escrito por Juan Bosch a solicitud del ilustre escritor Manuel Rueda, quien era el editor de dicho suplemento. Ese cuento fue recogido, luego, en la antología Cuentos dominicanos para niños, editada por Jacinto Gimbernard Pichardo en el año 2000 bajo el auspicio de la Fundación Corripio.
En su valiosa obra Juan Bosch: Imagen, Trayectoria y Escritura. Tomo I: Imágenes de una vida (Santo Domingo: Comisión Permanente de la Feria del Libro, 2000), Guillermo Piña Contreras se refiere a ese cuento en los siguientes términos:

«"El Culpable", escrito a petición del poeta Manuel Rueda para incluirlo en una antología para niños, representa una suerte de construcción en abismo de las razones por las que abandonó la literatura: se trata de un viejo que había ganado fama entre sus familiares como creador de historias que fascinaban a los niños, hasta el día en que contó a uno de sus sobrinos la última historia que había inventado, la de un brujo capaz de transformarse en lo que quisiera. Al notar que a su sobrino no le llamaba la atención la habilidad del personaje y que, además, le replicaba con insolencia que lo que hacía el brujo no tenía nada de extraordinario porque Supermán lo hubiera hecho mejor... El viejo narrador se enfada.
¿Qué nos quiere decir Bosch con esta historia 19 años después de haber escrito "La Mancha indeleble"? –se pregunta Piña Contreras, y él mismo contesta-: Las interpretaciones son múltiples, aunque nos quiere hacer comprender que la literatura actual había evolucionado tanto que no era posible hoy una literatura como la que él hacia cuando interrumpió su obra de ficción. Ahora había otra mentalidad, otra literatura latinoamericana, la que hacían Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, entre otros. "El Culpable" es en realidad una picada de ojo, a buen entendedor... »



Bosch y la leyenda

La leyenda es una narración fabulosa, mezcla de ficción y realidad, a veces de superstición y verdad histórica, que se transmite de manera oral y que, luego, los narradores la recrean y transmiten en forma escrita, constituyendo valioso y entretenido material de lectura que despierta el interés de los niños, de los jóvenes y también de los adultos.
Con Indios: apuntes históricos y leyendas (Ciudad Trujillo: Editorial La Nación, 1935), el insigne maestro Juan Bosch se convierte, hasta donde sabemos, en el primer escritor en escribir, y dar a conocer en volumen, leyendas con las que, al decir de Manuel Antonio García Arévalo,
“Enriqueció el acervo histórico y literario dominicano en una época en que el Indigenismo representó la búsqueda de nuestra identidad cultural, a través del rescate de las tradiciones, costumbres y leyendas de Quisqueya” (“Presentación” de la segunda edición de dicha obra: Santo Domingo, Ediciones Fundación García-Arévalo, 1985, pág. 10).

Son tres las leyendas contenidas en la obra de Bosch: “La ciguapa”, “El destino de la tierra” y “Atariba”. De esta última, quien luego habría de convertirse en uno de los máximos exponentes del cuento hispanoamericano, publicó una versión para niños bajo el título de “Cómo nació la Luna”, aparecida, en 1935, en la revista Alma Dominicana. Leamos un breve fragmento de la versión original de la leyenda “Atariba”:

“Niguayona lloraba de alegría.
—¡Oh padre río, padre río! —dijo—: déjame pasar, que debo encontrar caimoní para la niña Atariba.
—¡No! —dijo el río con un vozarrón que asustaba—. Con esta luz podemos encontrarle en mis orillas. Súbete en mi lomo; yo te llevaré.
El niño pensó que estaba soñando. Pero subió en el lomo del río y vio cómo los árboles de las orillas se quedaban atrás, atrás, atrás. Iba sobre las aguas, como una hojita seca, y cruzada chorreras, charcos hondos, recodos y revueltas. Siempre estaba a su lado la anona, como si hubiera caído en el río sin dejar de estar en el turey.
A mucho andar habló el río.
—Voy a detenerme aquí para que busques caimoní —dijo—.
Niguayona se impresionaba con aquella voz tan potente, que llenaba de rumores todo el bosque, hacía mover las hojas de los árboles y despertaba a los buenos pajaritos. Pero correteó sobre el río, medio loco de contento. Buscó entre arbustos, entre troncos, entre raíces. Encontró al fin fruta. Su contento era tan grande que desramó el arbolito para arrancarle los racimos del rojo caimoní.
—Padre río: los dioses te bendigan. Yo vuelvo a curar a Atariba.
—¡No! —rugió el Río—. Ven sobre mí, que te dejaré cerca del poblado.
De nuevo subió al lomo de las aguas el indiecito Niguayona. El padre río iba de rodeo en rodeo, camino del lugar”. (En: Indios: apuntes históricos y leyendas. 2 ed. Santo Domingo: Ediciones Fundación García-Arévalo, 1985, págs. 77-78).

Conclusión

Con la publicación, en 1934, de los tres breves cuentos infantiles en la revista Alma Dominicana; la publicación, en 1935, de su leyenda “Cómo nació la Luna” en esa misma revista; y la aparición, en 1956, en volumen, de su Cuento de Navidad, Juan Bosch ocupa un lugar pionero en la literatura infantil dominicana desde el punto de vista histórico-bibliográfico.


Miguel Collado
MIGUEL COLLADO es uno de los principales bibliógrafos de República Dominicana. Preside el Centro Dominicano de Investigaciones Bibliográficas (CEDIBIL) y es asesor de la Biblioteca Pedro Henríquez Ureña, además de ser autor de varios libros.

http://www.hoy.com.do/areito/2008/8/29/245427/print

http://editorialsantuario.blogspot.com/

viernes, 17 de mayo de 2013

María Taquitos, por Giovanny Cruz (Presentación)

Portada de la obra. Clara Luz Lozano, autora.
El gran contador de cuentos dominicano Juan Bosch, solía decir que contar es llevar cuentas…. y, específicamente, llevar cuentas ajenas. Ciertamente que cuando los escritores relatamos lo que en realidad estamos haciendo es llevando las cuentas de otro.
Hay características generales sobre el cuento que están harto citadas, por lo que no juzgo necesario recordarlas.
Sin embargo, en el caso particular del cuento infantil, estas características son muy especiales, porque a quienes van dirigidos, fundamentalmente, estos tipos de relatos, es a lectores que aún están desarrollando sus gustos literarios, cambia por tanto, la manera de captar los símbolos, de seguir las historias y de llegar a través de ellas a conclusiones muy especificas.
Esto de escribir cuentos para infantes no es algo que podemos hacer a la ligera. Es algo muy serio que requiere de mucha honestidad, conocimientos literarios y de la sicología infantil.
Es necesario dominar, al menos, las características generales antes de iniciar la hermosa aventura de escribir cuentos para nuestros niños.

Veamos algunos aspectos de las características que he aludido:

—En el cuento infantil la historia no debe dar muchas vueltas. Tampoco debe alargarse. Es decir, como ya han escrito expertos en la materia: este tipo de cuentos debe tener continuidad y rapidez.

—La repetición de las acciones es mandatorio. Nunca debemos olvidar que el lector a quien dirigimos estos cuentos, aún no desarrolla todo el potencial de la concentración. Así las cosas, este requiere que le vayan, en el cuento, refrescando los acontecimientos importantes.

—La secuencia debe ser clara y directa.

—El protagonista debe ser identificado inmediatamente. El lector no debe tener ninguna duda de con cuál persona, animal o cosa se va a identificar.

—La estructura del cuento infantil, y esto es trascendental, preferiblemente debe ser llana y con pocos misterios. Cuando colocamos estos últimos no debe haber mucha dificultad para descifrarlos.

Los clásicos, y más conocidos, autores de cuentos infantiles son:

Hans Christian Andersen, autor, entre otros muchos cuentos, de: Abuelita”, “El abecedario”, "Siete cabritos", “El abeto”, “Almendrita”, “El ángel”... obras que no requieren especiales conocimientos literarios para disfrutarlos y captar la sicología de su lectura.

Los hermanos Grimm, que escribieron:“Hansel y Gretel”, “El lobo y los siete cabritos”,“Blancanieves y los siete enanitos”; etcétera.

Charles Perrault,que escribió “La Cenicienta” y “La Bella Durmiente", entre otros.

Pero hay otros escritores emblemáticos que han escrito cuentos para infantes:

Andrei Gorbovsky, Adolfo Bioy Casares, Alejo Carpentier, Alexander Beliaev, Alfredo Julio Grassi, Allen Kim Lang, Ana María Matute, Ana Rosseti; entre otros y otras.

En “María Taquitos”, el cuento de la actriz, dramaturga y narradora Clara Luz Lozano, concurren las características del buen cuento literario infantil.

“María Taquitos” es un relato lleno de imágenes y símbolos, que al leerlo nos queda la sensación de que lo estamos viendo como en redondas pinturas sucesivas. Nos habla de las ilusiones y de los recuerdos compartidos, de la asombrosa manera de cómo una niña, María, logra rescatar, primero, y preservar luego, sus mejores recuerdos. También nos cuenta de las ilusiones y quereres, de los viajes interiores que puede realizar cualquier niño para construir su particular y singular universo de fantasías, formas, colores, recuerdos, medios y leyendas.
En el mundo mágico que construye la María Taquitos, de Clara Luz Lozano, no hay lágrimas ni tristezas. Añoranzas, sí, por la madre amada y nunca olvidada.
Desde luego que María Taquitos, el personaje protagónico del cuento, no se queda, escapada, viviendo entre las nubes. ¡No! Solo va a ellas procurando lo mejor de sus emociones. Por aquello de que en el presente no podemos proyectarnos convenientemente hacia el futuro si no construimos la estratégica base en el pasado.
Nuestra María Taquitos viaja al espacio, ciertamente; pero regresará a nosotros para reír a carcajadas, para cantar y contar las alegrías conquistadas en su viaje; absolutamente reconciliada con el sencillo, pueblerino y particular universo que le rodea. Eso sí, ya nadie le podrá arrebatar esas ilusiones e imágenes que en sus nubes interiores ha conseguido. Estas, se quedarán dentro de ella como tesoro bien guardado en su cofre interior.
Por supuesto que en el cuento de Clara Luz Lozano se aprecia una cuidadosa y vasta cultura de literatura infantil, que como ya dije es la que requiere de mayores y delicados cuidados.
Con estos parámetros, Clara Luz construye cada palabra, cada imagen, cada símbolo y toda la historia de ese venturoso mundo mágico del que nos habla la ya para mí inolvidable María Taquitos.
Cabe destacar las delicadas y justas ilustraciones de “María Taquitos”, realizadas magistralmente por Adela Dore. Estas ilustraciones proporcionan, indudablemente, un atractivo adicional al relato que, por supuesto, celebro. Más celebrarán los lectores infantiles a quienes en verdad está dirigida esta joya de literatura infantil, escrita por una artista dominicana. No obstante, en lo que podemos llamar la “arquitectura interior” del cuento, encontramos imágenes encantadoras que la artista gráfica Adela Dore inteligentemente descubrió y colocó en la superficie material del relato impreso.
Hace un tiempo que dejé de ser niño, pero con “María Taquitos” regresé, de repente, a las ilusiones y fantasías de la infancia. Clara Luz, por breves momentos, me obligó a ser nuevamente niño. Estén seguros que les pasará lo mismo.
Cuando crecemos, adquirimos una nueva familia; pero, sin dudas, algo perdemos durante todo el trayecto hacia la adultez. Entre los tantos valores que descubro en “María Taquitos” está, precisamente, el del reencuentro con lo más puro del pasado. Por eso, aún como adulto, disfruté de la lectura de este cuento de Clara Luz Lozano.
Empero, debo admitir que, definitivamente, este cuento no fue escrito especialmente para mí; sin embargo, cuánto he disfrutado al leerlo. El gozo que me ha producido esta muy valiosa joya de la literatura infantil, me obliga a agradecer a Clara Luz Lozano la hermosa aventura que resultó ser adentrarme en este especial relato. Tanto, que no he podido evitar, desde que concluí la última lectura que hice del cuento, repetir en mi cerebro su hermoso colofón:

María Taquitos
María Tacón,
subió a las nubes
sin ser avión

Pegó un brinquito
que la elevó.
Con su mamita
cantó y bailó.
Zapataquín, zapatacón,
que ya este cuento

se zapateó.



GIOVANNY CRUZ es actor, director y dramaturgo.

Links o enlaces:

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