martes, 31 de enero de 2012

A la orilla de la mar



Lucia Amelia Cabral

Preciso, sagaz, Rafael Peralta Romero ama el reto.  Hace suyo el espacio en blanco y lo construye.  En ese oficio ignora confines.  Cuenta, pauta y deslumbra.  Suelta las amarras.  Arma el escenario.  Espabila la inventiva,  templa sus palabras preferidas.  Y la historia real y genuina se hace para siempre posible.  Cuenta para los niños, para los jóvenes, para los mayores.  Cuenta corto, cuenta largo, con manifiesta intención de convocar.  Si ha de asustar, asusta.  Si cabe la provocación, provoca. Hace reír cuando toca reír.  Afinca y avanza.  Sin ñoñerías, sin repugnancias, sin pesimismo, se alza chispeante su prosa.  Ajena a cabos sueltos, se enseñorea en el salobre territorio de los recuerdos y la fantasía, como en el caso de esta fecha especial, a los pies mismos del mar.
De agua clara, de arena tibia, de magia y espuma, la narrativa de Rafael Peralta Romero transforma lo cotidiano.  Torna lo sencillo en una experiencia para compartir, en una ocasión irrepetible por la ruta del destino memorable.  Su palabra certera dispara su desbordante gozo de contar, para espigar su propia esencia y conectar con la vida de manera muy singular.   
Un ejercicio muy lúcido, muy puntual, en horario de luna y sol, le sirve de tinglado a su arte de escribir. Su factura limpia, irrenunciablemente pulida, airosa, tiene arquitectura de estilo, con curiosidad de mañana que asoma en la cama del mar amigo.  Rafael Peralta Romero construye, deconstruye y reconstruye, cara a cara a la imaginación y la realidad, al mito y la verdad para endosar el mundo presente, el que fue y el que vendrá, el que nos reúne y une.  Proclama la suya de literatura dominicana y universal, de hoy y después.
Agradezco emocionada esta tarde de invierno sub-tropical que nos ha traído a la vetusta casa de la Academia Dominicana de la Lengua por convocatoria de A la orilla de la mar, que ha sabido valerse de su titulo sugerente y hermoso.  ¿A la orilla de la mar?  ¿De qué mar?  El de Miches, sede de la nostalgia del amigo Rafael y puerta atlántica a la esperanza azul de muchos dominicanos. 
Deliciosa marina travesía esta, cobijada en la amistad con la naturaleza amable y el viento bueno en la playa del recuerdo, que al atardecer se pinta de fulgurante costa del imaginario.  Esta última obra de Rafael Peralta Romero, que agrupa diez textos fascinantes, tiene además el apoyo precioso de Ana María Cöen, una celebrante de todos los tonos de la acuarela, quien aparentemente también ha descubierto los secretos del mar con el mismo fervor que el de las cayenas y palmeras, aves y nubes del cielo. 
Qué magnifico inicio es Boquita para invitar a descubrir los encantos de A la orilla de la mar.  Hasta me enseñó –confieso que lo desconocía- el grave asunto de la paternidad irresponsable de los maqueyes, dolorosa realidad que se suma a la vida de transeúnte, de nómada histórico del maquey.  Boquita, desconchado, transita por los peligros de la vida, hasta que finalmente pudo escapar de la tristeza, gracias a un niño de mar.
En el pueblo de Los Uveros no quedó duda de que el mal puede ser derrotado.  Tenía que ser así en los dominios del abuelo, donde reina su ejemplo, su cariño, su palabra, como voz clara de la autenticidad de la nación dominicana.  Esa complicidad con el abuelo es de hierro, vale decir, imbatible, aunque su textura sea la ternura.
Mediopeje es propiamente un monologo, tremendamente actual, donde triunfa, porque tiene que triunfar, el ser sobre el tener.   Cuenta de una realidad inevitable, en un inventario de dones y certezas donde se sobrepone la fuerza del pensamiento agudo, salpicado de sutil humor. 
Día de San Juan, es retrato del amor al terruño, a los antecesores, privilegiada geografía de preguntas y respuestas, a la vera de la tradición que se pierde empalidecida.  
La espuma del centollo, Un loco en Cocoloco, El singular viaje del intrépido Caribe, alucinante trayecto encima de una ballena del pez que al final prefirió regresar a las aguas tibias del sol, de los afectos y del español, son otras más de las historias de Rafael.  Se suman El día que la mar se echó para atrás, como un gato cuando encrespa el lomo, La cangreja triste, crustácea contadora de visiones y relatos, salvada por tinos del destino y El carro submarino, donde nueva vez la figura del abuelo se eleva en protagónica camaradería.
Asertivo, con gracia omnipresente de diáfano humor, Rafael Peralta Romero en cada una de estas historias engancha directo con el lector, desde el más joven al de largos años. Le invita cálidamente, con el anzuelo de sus preguntas y exclamaciones, a sumar su propio parecer, a ser proactivo, de la mano con el autor.  Mientras, su innegable oficio de narrador exhibe un equipaje de norte irrehuible, siempre desprovisto de remiendos, enemigo de titubeos, dueño victorioso del ritmo narrativo que nunca pierde ni se arremolina.  La literatura para niños y jóvenes de Rafael Peralta Romero es reivindicativa.  Nos da raíces, nos levanta en alas.  País el suyo de cimbreantes cocoteros, del abuelo y luz rutilante, de tradiciones y amistad, de peces y cangrejos y, más aún, de futuro que, como el mar, desde el horizonte, puede deslizarse hasta llegar a nuestros pies.
La palabra escribe la historia.  Escrita está a la orilla de la mar.  En expresión de Liliana Bodoc, autora argentina, “la palabra es fundamento de la condición humana.  Hay que volver a apasionarse con las palabras: las palabras pronunciadas, las palabras escritas, el origen de las palabras, el cambio de las palabras, la mentira de las palabras. En realidad estamos hechos de eso, en gran medida.”  No puede existir la vida, digo yo…“la buena literatura”, dice ella, “sin lo indispensable, volver a enamorarnos de nuestra lengua y de nuestras palabras.” Rafael Peralta Romero lo sabe, lo trabaja y lo pregona.


 Con ocasión de la puesta en circulación de
“A la orilla de la mar” el  17 de enero de 2012

sábado, 14 de enero de 2012

¡A BAILAR!


Como debe hacerlo un padre



Tan pequeña, pequeñita
en un mundo grande, grande.
No se acaba el mundo mundo
aunque ella ande y ande.

Mira al mundo con sus ojos,
ya los cierra, ya los abre.
Mira al mundo con sus dedos
en un libro grande, grande.

Mira al mundo y yo la miro
como sólo mira un padre.
Sé que el mundo es pequeñito
y sus sueños son muy grandes.
Mira al mundo y yo lo miro
queriendo que no sea tarde.

Hay un peligro que acecha
un peligro grande, grande.
En el mundo, niña niña
hay muerte dolor y hambre.

Mi niña voy a la calle
queriendo que no sea tarde.
Hay mucho sucio en el mundo,
la gente sufre en la calle.

Tengo una escoba de nubes,
una escoba grande, grande.
Mi niña voy a limpiarlo
Para que sueñes y andes.
Voy a limpiarlo mi niña
como debe hacerlo un padre.


©Luis Carvajal

lunes, 9 de enero de 2012

El pájaro carpintero por Julio Ramírez Jarmas



Los pájaros carpinteros
Carpintean, carpintean
Los pájaros carpintero
Carpintean las palmeras.

Los pájaros carpinteros
Carpintean, carpintean
Los pájaros carpinteros
Carpintean los cocoteros.

Los pájaros carpinteros
Carpintean, carpintean
Los pájaros carpinteros
Carpintean donde quiera.

Son pájaros carpinteros
Porque cuando carpintean
Los pájaros carpinteros
Carpintean y también cantan..

©Julio Ramírez Jarmas

sábado, 7 de enero de 2012

La leyenda del parchis



El Parchís (también llamado Parcheesi, Parchisi, parchissi; conocido además como Veinticinco) es el juego nacional de la India. El nombre viene de la palabra hindú “pacis” que significa “veinticinco”, el puntaje más alto que se puede lanzar con caparazones del cauri. Parchís es, de hecho, el hermano más joven de Chaupar ( o Chausar o Chaupad), un juego más venerable,complejo y hábil que aún se juega en la India.

Cuenta la leyenda que el emperador hindú Akbar I o Akbar el Grande del siglo XVI, al parecer jugaba el Chaupar en grandes patios construidos de marmol rojo y blanco incrustado.

Él se sentaba a cuatro pies de diámetro en el centro del patio y tiraba los caparazones de cauri. En los cuadros rojos y blancos a su alrededor, 16 mujeres hermosas del harem, apropiadamente coloreadas, se movían alrededor de acuerdo a sus direcciones. Restos de estos tableros se pueden ver en la actualidad en Agra y Allahabad.

Los orígenes del Parchís y del Chaupar se pierden en el tiempo, pero dudosas evidencias indican que estos tipos de juego existían en la región hindú al menos desde el siglo IV antes de Cristo. Ambos apenas han cambiado desde que el Emperador jugaba, aunque el juengo no se practica extensamente en India como se hacía entonces. Es típico que los tableros se hagan en tela, se tiran 6 caparazones de cauri para determinar los movimientos y los contadores se hacen de madera en forma de colmena.

Este  juego se incluye en los llamados juegos de carreras y fue introducido en Inglaterra en 1896.

El Parchis es un juego de “Cruz y Círculo”, cuyas variantes aparecen por todo el mundo, por ejemplo, el Nyout de Corea que probablemente date del 300 d.C., el Pancha Keliya de Ceilán (Sri Lanka) y el complicado “Edris A Jin” de Siria. Los americanos se supone que han sido colonizados desde Asia del noreste y esta evidencia se sostiene por el hecho de que los juegos de Cruz y Círculo se han encontrado por toda América del Norte y del Sur. Los juegos mayas se han encontrado desde el 800 d.C. tallados en las ruinas de México y cuando los europeos conquistaron a los Aztecas en 1521, descubrieron un juego similar al Parchís que lo jugaban los súbditos de Moctezuma. Los indios americanos aún hoy practican juegos de competencia Cruz y Círculo.

Gana el juego quien antes consiga introducir cada una de sus fichas en su respectiva casilla final.

Actualmente se juega sobre un tablero en forma de cruz alrededor de la cual están dispuestas 68 casillas, 16 de las cuales (debidamente diferenciadas de las demás) constituyen los llamados seguros. Se emplean cuatro grupos de cuatro fichas con un color diferente para cada uno de los grupos.

Cada jugador utiliza el grupo de fichas de uno de los colores.

Existen además cuatro espacios ajenos a lo que es el propio recorrido de la carrera y cada uno del color respectivo de cada grupo de fichas, o casas, en los que cada jugador almacena las fichas que en ese momento no se hallan incorporadas al juego.

Las fichas avanzan a lo largo del recorrido de 68 casillas según indique el dado de 6 caras que ha de arrojar cada jugador por turnos alternativos.

Es un juego con innumerables pequeñas reglas que generan gran cantidad de variantes.
http://sinalefa2.wordpress.com/2012/01/04/la-leyenda-del-parchis/

Parte de: http://www.acanomas.com/

http://www.ludoteka.com/

miércoles, 4 de enero de 2012

DE REYES: Teatro Divergente!


Agenda de Teatro Divergente 

Comenzamos el nuevo año con dos presentaciones: 

La primera será este viernes 6a partir de las 6 P.M. Estaremos compartiendo escenario y alegrías con otros artistas en la Fiesta de Reyes de la Escuela Neijing, Calle Lea de Castro 55 en Gascue, donde presentaremos "Las historias de Nasrudin ( Un payaso de oriente)". 

Y el sábado 7 a las 5 P.M., la dirección de el restaurante El Falafel, calle Padre Billini esq. Sánchez  en la zona Colonial,les invita a una bonita fiesta donde presentaremos "Cuentos de Nuestra Calle". La historia de dos primos que relatan las aventuras de un superabuelo.

Ambas presentaciones son de acceso libre.

Les deseamos un humoroso año 2012.

Cuerpo en una burbuja: una innovación de la poesía dominicana

Ryan Santos Agradable ha sido para mí sumergirme en otra obra del prolífico escritor dominicano Julio Adames, a quien tuve la oportunidad de...